Cap. 37 - A mi me importa él

Hi girls, cumpliendo con lo prometido les traigo actu del fic.

Después de leer sus comentarios están en lo cierto, falta muy poco para el final.

Espero tengan paciencia, no les adelanto mas, mi beta esta ocupada también por lo que tenemos que coordinar.

Mis horarios estarán algo mas apretados por el momento por lo que la actu tardara aprox dos semanitas y no pienso abandonar la historia. Gracias, a leer ^^

Cap. 37 - A mi me importa él

Nadie se atrevía a pronunciar la palabra temida que acudía a sus mentes en aquel preciso instante.

Sara Toscanini descendió en la escoba con gran agilidad mientras sus amigos la vitoreaban durante la práctica. Miró al cielo y el sol golpeó su rostro con fuerza. Sus ojos verdes brillaron más que nunca ante el gran día que asomaba aquella mañana. Sí, en Bristol no había días como en los de Londres. Cuando le informaron que iría durante una semana a Hogwarts para un partido de Quidditch no pudo evitar sentirse aliviada. Se estaba cansando de las constantes visitas de su madre y aquel fue una espectacular salida al agobiante asunto.

- Sara! Hacemos el giro doble o el triple.

Qué no pueden hacer nada por ellas mismas? - pensó mientras entornaba los ojos.

- Si fueran un poco más capaces les diría que intentaran hacer el triple, pero como sé el nivel que todos manejan en este equipo solo les pediré el doble.- dijo hastiada de todos aquellos "inútiles" seres inferiores.

Sí, Sara era una joven engreída y consentida; hija de una embajadora inglesa y un senador italiano. Pertenecía al estrato social superior y por ello, lo había tenido absolutamente todo en la vida. Aquella situación económica en conjunto con su belleza insuperable y su dominante carácter la había convertido en un ser egocéntrico y manipulador. Creía, casi acertadamente, que el mundo giraba alrededor de ella; tal vez así había sido.

Pero aquello cambiaría para siempre durante su estancia en Hogwarts.

Sus ojos verdes recorrieron en campo desde el cielo y se detuvieron sobre la figura de un alto morocho que caminaba por las gradas. Su vestimenta, verde y su aspecto seco y frívolo le indicó de inmediato que se trataba de un Slytherin. Ya había oído hablar sobre las serpientes de Hogwarts. Todos los repudiaban, especialmente los Gryffindors. Durante el desayuno, algunos insignificantes Gryffindorianos habían hablado pestes de la casa verde y se había mantenido atenta a cada palabra, mas no se encontró de acuerdo con ellos. En todo Hogwarts, los únicos que parecían tener su mismo nivel social eran los Slytherins, y tal vez por eso se molestó tanto cuando el sombrero seleccionador la colocó en la mesa de los leones. Estúpido e inservible artefacto, pensó. Mas aquel no era momento para enojarse, prefería hundirse en aquellos ojos pardos centelleantes que cruzaban el campo. Era perfecto, simplemente ideal. Su belleza era angelical y a la vez demoniaca, insensible y fuerte. Parecía desprender un embriagador aire masculino que la atrajo de inmediato; nunca le había pasado aquello con ningún otro hombre, todos le parecían demasiado poco para ella, seres inferiores. Sin embargo, aquel frío morocho era todo menos inferior. Ahora que lo observaba, podía notar cómo él ni siquiera notaba su presencia. Se sintió insultada ¿Cómo podía ser que él, siendo una veela tan llamativamente hermosa, no cautivara la mirada de aquel Slytherin? Sí, desde su llegada había sido el centro de atención de todos los hombres y hasta de mujeres envidiosas; pero aquel ángel caído la ignoraba descaradamente, como si no fuese nadie importante. Antes de que siquiera lo notara, Sara Toscanini se había encaprichado con quien no debía, y con quien aprendería muchas cosas.

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- Sostén la varita con fuerza.- dijo Shirota mostrándole cómo a Jaejoong.

El castaño la colocó correctamente en su mano derecha. Sus ojos marrones estaban fijos en cada paso que daba el moreno.

- No.- dijo él.- Es con la mano izquierda.

Jaejoong lo miró confundido.

- No soy zurdo.- afirmó él.

- Lo sé, pero la marca tenebrosa siempre debe hacerse con la mano izquierda. Es donde reside el mayor poder oscuro de un mago.

El Gryffindoriano tomó aire y trató de concentrar todos sus sentidos en las enseñanzas que Shirota le impartía. Crear una réplica a la marca tenebrosa sería un trabajo mucho más que difícil, pero era algo que tendría que conseguir. Conocía bien sus limitaciones, todo lo que le impedía tener tal nivel de poder oscuro: su falta de experiencia y su sangre mezclada eran grandes impedimentos. Mas Jaejoong Kim era una persona decidida, y una vez que tomaba algo como realizable, persistía en ello hasta conseguirlo. Shirota lo sabía, por eso estaba allí, brindándole su tiempo y todos sus conocimientos.

- Escucha Jaejoong, debes concentrarte, resulta que para crear una imagen tan complicada como la del marca tenebrosa debes primero visualizarla en tu mente; eso sí, la imagen dentro de tu cabeza debe ser clara y nítida, que ningún otro pensamiento interfiera a la hora de invocarla. Para ello necesitas despejar tu mente, lo cual es muy difícil. Hay personas que no lo consiguen hasta después de años de entrenamiento exhaustivo; el control del mente humana es algo más que complicado.

- No tengo un año Shirota.- comentó él. - Tengo dos semanas a lo mucho para poder manejar esto. Así que nos quedaremos aquí toda la tarde si es necesario, pero no saldré del torre hasta que al menos haya avanzado un poco.

Shirota asintió y le hizo una pequeña demostración.

Jaejoong empalideció al ver la marca tenebrosa dibujada en la torre, era una réplica casi exacta. Respiró profundamente y cerró los ojos.

No iba a rendirse hasta conseguirlo.

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- Llegó! Llegó! Mira Jinki! Llegó!- gritó Jonghyun con entusiasmo mientras entraba un sirviente con una gran caja en manos.

El rubio se levantó del mueble de la sala común y corrió para abrazar al mayordomo.

- Antoine!- dijo Jinki  mientras le daba un beso. - Me trajiste lo que te pedí?

- Claro señor, su madre lo trajo de Francia esta tarde.

Jonghyun saltó emocionado.

-Jinki es Francés! Vas a ser el más hermoso del baile!

El rubio rió.

- No va a ser así, las veelas estarán divinas.- dijo él mientras tomaba la caja y desataba los cordones rojos que la envolvían.

- Pero ellas son bellas por magia en su sangre, tú lo eres naturalmente!- aumentó la morena. - Vamos! Ábrelo! Quiero verlo.

Jinki  hizo una mueca y rió. Acto seguido, sacó el fino traje de su envoltura.

Era una de las cosas más bellas que ninguna de los dos jamás hubiese visto.

- No puede ser...- dijo Jonghyun con la boca abierta. - Está divino...

Los ojos de Ryeowook  brillaban.

- Fue Piero quien eligió el smoking no es así?- preguntó a Antoine inmediatamente.

- Claro que fue Piero.- dijo de mala gana. - Ese "loco" siempre tiene buen gusto.

Jonghyun miraba embelesado el traje.

- Dale a Piero esto.- dijo Jinki entregándole un sobre. - Ahí están las fotos de mis amigos. Dile que de acuerdo a su apariencia les busque un traje.; no importa el precio, ni de dónde lo compre. Solo haz que lo haga.

Los ojos de Jonghyun se fijaron en su amigo sorprendidos.

- No! De ninguna manera Jinki! Sabes lo que cuestan los trajes que Piero elige? Son precios que nunca podría pagarte!

- Es mi regalo de graduación a todos.- dijo el rubio. - Además, aunque sé que nos hemos separado en estos meses, yo los sigo considerando a todos como mis amigos.

Y esa fue su última palabra.

Jonghyun no discutió más con él, pero sintió que Junsu no se merecía lo que Jinki  hacía por él.

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- Tú, cómo te llamas...- preguntó con sequedad Yunho a una de las veelas que acababa de bajar con su escoba.

La veela sonrió desprendiendo toda su magia, y se sintió ofendido cuando en los ojos pardos y frívolos del morocho no se asomó ni una sola gota de deslumbramiento.

- Isabella Latelville.- dijo la chica de cabellos verdes.

- Dile a Sara Toscanini que baje.- ordenó él dándole inmediatamente la espalda y caminando fuera del campo.

Qué grosero. pensó mientras subía a cumplir lo encomendado.

Yunho subió la mirada para ver cómo Sara fijaba sus ojos verdes en él y descendía sin ninguna prisa. Al bajar tomó la escoba con su mano derecha y soltó su cabello rojo caoba dejándolo caer como un manto reluciente sobre su espalda. Era bellísima. Y sin embargo el morocho permanecía inmutable.

La pelirroja caminó hacia él y al colocarse frente al Slytherin, se apoyó de la escoba mientras una sonrisa seductora se dibujaba en su rostro.

- Me llamaste? Tú eres...-

- Yunho Jung, y de ahora en adelante seré su guía en el colegio.- completó él fríamente, lo cual solo hacía que la chica lo viera más atractivo. - Mañana por la tarde las llevaré a conocer el castillo, así que sea lo que sea que tengan preparado para la tarde, déjenlo.

El morocho dio media vuelta dispuesto a marcharse, mas la voz de Sara lo obligó a detenerse.

- Quién te crees tu...Jung o como te llames, para hablarme de esa forma y ordenarme a mí?- dijo la pelirroja bastante ofendida. Nunca, ningún hombre se había atrevido a tratarla de aquella forma, ni siquiera los profesores de su colegio.

Yunho se volteó y fijó peligrosamente sus ojos en él. Era tal y como en el pasado, bella y superficial; completamente vacía y carente de eso especial que irradiaba en los ojos de Jaejoong. Era tan insignificante ante su mirada, que hasta se sorprendió del gran cambio que había surgido dentro de él gracias al castaño. Si bien, seguía siendo el mismo insensible déspota, ahora veía más allá de los que las imágenes mostraban, y sentía algo, al menos hacia la Gryffindoriano.

Era alguien nuevo, algo había nacido en su interior…

Y ese algo estaba a punto de morir gracias a una mentira con causa.

Pero eso él aún no lo sabía; no tenía idea que su amor por Jaejoong podía transformarse en odio de la noche a la mañana. Así había sido siempre, un amor necesario y doloroso, que había conseguido lastimarlo tanto a él como a él, y al final, siempre terminaban deseando la muerte de ambos, o el jamás haberse conocido. Él no podía imaginar que iba a relacionarse con Sara, solo para lastimar a Jaejoong, solo para verlo llorar y sufrir tanto hasta agonizar...

Y así, a punto de morir lo rescataría,

Porque aún después de todo lo seguiría amando,

Y no soportaría vivir sin su existencia.

Yunho caminó hacia Sara y fijó sus ojos como lanzas sobre ella.

- Soy el Prefecto de Slytherin, y a quien de ahora en adelante debes respeto. Si no quieres seguir mis órdenes, mejor regresa a Humbolg; porque donde estás parada, es mi espacio, y adivina qué? Yo mando en él.

Con esto el morocho dio media vuelta y se fue, dejándola completamente sin palabras.

Sí, Sara Toscanini se había encaprichado con él.

Y no desistiría en sus deseos.

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Jaejoong bajó las escaleras de la torre acompañado por Shirota. Se sentía demasiado mal; las prácticas habían resultado peor de lo que pensaba. Poner su mente en blanco le resultaba imposible, miles de imágenes ensuciaban la de la marca tenebrosa dentro de su cabeza, era como si no pudiera dejar de pensar. Al concentrarse con excesiva dedicación, su magia se alborotó lo que provocó que su energía decreciera. Ahora, veía todo borroso y sentía una presión en el pecho que no lo dejaba respirar, mas trataba de mantenerse en pie, y hubiera seguido con las prácticas, de no ser que Shirota lo detuvo al verlo en tal estado de desgaste.

El castaño bajó el último escalón y se sostuvo la frente por unos instantes. Shirota lo observó preocupado; el color rosa de sus mejillas se había desvanecido y ahora se asomaba en ellos un tono pálido que no le agradaba en lo más mínimo. Sus labios, rojos naturalmente, ahora se habían secado y tomado una oscuridad impresionante. La vio ahí, delicado y vulnerable…

Nunca sintió tantas ganas de protegerlo.

- No te veo bien, necesitas ir a la enfermería.- dijo Shirota estirando su mano para quitar los mechones de cabello que ocultaban su rostro. - Yo te acompaño.

- No, no es conveniente.- dijo la Gryffindoriano con una voz débil y agotada. - Ya te dije que no nos pueden ver juntos…si descubren que me estás enseñando esto...podría resultar desastroso.

Shirota asintió.

- Está bien, lo comprendo. Te dije que no te esforzaras demasiado en la primera práctica; Jaejoong, esto tomará tiempo.

- No tengo tiempo Shirota ese es el problema.- argumentó la castaño. - Ya no me queda tiempo...

- Hablas como si de esto dependiera el destino de tu vida o algo así.- señaló el moreno intrigado.

Jaejoong permaneció en silencio unos breves instantes, los suficientes como para impacientar a cualquiera.

- Así es: de todo esto pende el hilo de mi felicidad.- acabó él. Y sus ojos se turbaron mientras se sintió desfallecer.

Shirota lo sostuvo entre sus brazos antes de que cayera. Jaejoong colocó sus brazos en los hombros del moreno como apoyo firme y unas frías lágrimas corrieron por sus mejillas.

- No me siento bien...- dijo él mientras sollozaba en silencio.

- Qué te duele! Dime!- dijo él angustiado mientras lo sostenía.

- No siento casi mis piernas…y no puedo ver nada con claridad.- aseguró él temeroso. - No puedes llevarme a la enfermería.; Madame Pomfrey descubriría de inmediato la causa de mi estado.

- No me interesa Jaejoong! Se trata de tu salud!.- dijo Shirota.

Lamentablemente, desde la ventana del pasillo de la torre no se podía escuchar absolutamente nada de aquella conversación, y lo único que Yunho Jung podía ver con profunda ira y dolor, era la escena de Shirota tocando lo que le pertenecía y de Jaejoong aceptando la situación. Cualquiera que hubiese visto aquellos ojos pardos se habría petrificado ante el odio puro y nítido que desprendían; era la esencia perfecta de los celos existentes en un ser humano.

De los celos de un Slytherin.

Yunho Jung nunca odió tanto a Jaejoong Kim como en aquel instante. Él era el único que podía hacerlo sufrir de aquella forma, de insertarlo en la agonía absoluta y de provocar que deseara la muerte. Detestaba saber que en sus manos era tan vulnerable; en las manos delicadas e insignificantes de un sangre sucia permanecía su alma, su vida entera ¿y qué hacía él? Lo aplastaba cada vez que podía. Era como si disfrutase de lastimarlo, de herirlo en lo más profundo. Pues él también lo haría sufrir; lo hundiría en el más grande dolor hasta que se sintiera completamente sin fuerzas para recuperarse ¿Quería jugar? Pues jugarían! Él lo amaba tanto como lo odiaba, y así como podía entregar su vida por él, también podía ser su mismo verdugo.

"Enfermizo; es así como muchos describirían el amor entre Yunho y Jaejoong. Un amor dulce pero mortífero, como la manzana del jardín del edén, que siempre estuvo prohibida…mas yo no lo catalogaría de esa forma. Los años que he vivido y los que no, más he visto pasar, me han enseñado que el amor mientras más fuerte es, más dolor y heridas causa. La pasión que envolvía los corazones de ambos jóvenes era demasiado fuerte, demasiado latente y persistente; vibraba en cada centímetro de sus cuerpos y los consumía en una inagotable necesidad del uno por el otro. Un amor de aquella magnitud resultaba enfermizo, sí; porque era capaz de matar a quienes lo sentían. En este caso, Yunho y Jaejoong se encargarían de destruirse mutuamente, y después, de reconstruirse de entre las cenizas como si nada hubiese pasado.

No les quedaba más.

Un amor como aquel estaba condenado al sufrimiento eterno, y a la vez, a la felicidad más completa."

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Adrián sonrió orgulloso de haberle dado fin a su poesía. Junsu miraba al presidente de la sociedad de poetas de babel fijamente, esperando escuchar su obra final. Ya había leído antes algunos poemas del chico, y, aunque no eran de los de su gusto, tenían algo que hacía que el pelirrojo los reconociera como una obra lírica. Claro está, prefería otra clase de poesía.

- Aquí va...- dijo Adrián extendiendo el papel y aclarando su garganta.

"Merlín, si tan solo te pedí una cosa;

¡Amar¡Amar! Desde una rosa

Amar, amar tan solo yo quería

Y convertí el clamor en poesía...

Llegó el amor, Merlín,

Pero entonces de dolor

Mi alma moría

¡Dolor, dolor, Merlín!

Y convertí el dolor en poesía...

Se fue el dolor, Merlín...

Y me quedó una herida,

Que sangra a veces

Y a veces se me olvida...

Olvido, Merlín…

Y convertí el olvido en poesía.

Pero el ansia, Merlín,

De amar de nuevo

Brótame a veces,

Pidiendo que regrese

Sin dolor,

Sin herida,

Sin olvido.

¡Un amor, Merlín,

Tan solo yo quería,

Y convertí mi ruego

En poesía...!"

(Poesía escrita por un amigo, no es mía debo aclarar)

Junsu sonrió mas en sus ojos la oscuridad no se disipó. Un sabor amargo, un dolor profundo; no había nada en aquel mundo que pudiera separarlo de la angustia que sus mismas decisiones le habían acusado.

"Ya falta poco...ya casi es el fin" pensó el pelirrojo respirando profundamente. Se sentía, terriblemente tranquilo; era aquella resignación de quien conoce su destino infame y no pretende hacer nada por cambiarlo.

La voz de Guillermo, uno de los integrantes de la sociedad lo sacó de sus pensamientos.

- Ya vamos a cenar!- dijo él acercándose a las dos chicos que se encontraban bajo el árbol de las afueras de Hogwarts.

- Sí, sí,..Ya vamos.- dijo Adrián levantándose. - Realmente no sé por qué siempre escribo de amor cuando nunca lo he sentido.- le comentó luego a Junsu mientras entraban.

Cruzaron pasillos y atravesaron a Nick casi decapitado hasta llegar al gran comedor. Éste tenía un ambiente bastante cómodo, situación que resultaba sorprendente, especialmente después de lo sucedido con las frases de mortíos. Todos hablaban y sonreían mientras comían, parecían darse un festín insuperable y disfrutar de los pocos días que quedaban en Hogwarts. Los de séptimo estaban más enérgicos que los de otros cursos, pues ya aquel era su último año en Hogwarts, y no querían perderse ni un minuto dentro de aquel paraíso en el cual habían pasado los mejores años de sus vidas.

"El mundo fuera de él los haría, en su mayoría, de piedra y los sometería a sufrimientos indescriptibles. Muchos, estando a punto de dejarse vencer, encontrarían fuerzas en los recuerdos gratos de Hogwarts, cuando la vida aún tenía sentido."

Junsu se sentó, como siempre, lejos de quienes alguna vez fueron sus amigos. Min lo observó, y al sentir el desprecio y el repudio de su hermano, supo por primera vez que nunca había estado tan lejos de su vida como ahora. Era como si una barrera se hubiera puesto entre ambos; una pared indestructible, y que los separaba. Por su parte, Jonghyun sentía dolor y resentimiento hacia Junsu, quería odiarlo por lo que le había hecho a Jinki, pero en el fondo de sí todavía conservaba ese cariño de amistad cálido que se había formado entre ambos, y que por ser tan fuerte, ni la distancia ni la indiferencia eran capaces de destruir.

El pelirrojo tomó un poco de jugo y no pasaron más de dos minutos cuando Dumbledore se levantó y pidió la atención del alumnado.

Todos se callaron y el silencio llenó el lugar.

- Queridos estudiantes! Debo informarles que una carta nos ha llegado este mañana llenándonos de alegría y de orgullo a todos los profesores, por lo que creemos también debería ser comunicada esta noticia al alumnado. La Orden de Merlín realiza concursos todos los años y éste ha sido de poesía! No teníamos idea de que una de nuestros alumnos envió un poema a este concurso, pero ahora lo sabemos, ya que ha ganado el primer premio en este concurso internacional!

Todos comentaron entre sí emocionados.

Dumbledore continuó.

- El primer premio de este concurso es grandioso! Reconocido mundialmente! Se publicará esta poesía en la editorial del Orden y nuestro ganador recibirá algunas entrevistas ya que desde ahora es la sensación del momento. Nunca antes, un joven de tan poca edad había ganado un concurso que es normalmente, siempre ganado por adultos. Mis felicitaciones sinceras, a Junsu Shim.

Junsu sintió, al escuchar su nombre, que todo se ponía borroso. Sus sentidos se nublaron, y aunque veía miles de personas aplaudiendo a su alrededor no los escuchaba, solo el latido fuete de su corazón ¿ganar? ¿Él? ¿Un concurso? ¿Cómo si no había mandado ningún poema a nadie! Sus ojos miel chocaron con los de Paul en la mesa de Ravenclaw, quien sonriendo, hizo un ademán de reverencia. Sí, había sido él; no había otra explicación. Solo él poseía sus poemas. Quería matarlo.

- Junsu! Despierta! Tienes que ir al frente!- dijo Kibum dándole empujones.

Se levantó aturdido mientras todo el colegio incrementaba sus aplausos y ovaciones. Caminó con paso firme mas lento hacia al frente mientras sus mejillas se encendían.

Desde la mesa Gryffindoriano, Min, Yoochun, Jinki  y Jonghyun permanecían estáticos, sin poder comprender lo que sucedía ¿desde cuando Junsu escribía? ¿Por qué si lo conocían desde hacía ya tanto tiempo no tenían idea de aquel talento? Nunca antes se sintieron tan fuera de la vida del pelirrojo. Supieron de inmediato, que ya ellos no eran nada para él…y que Junsu, se había transformado un otra persona; en un ser enigmático que parecía ocultar demasiadas cosas.

Ya no era el mismo de antes.

Mientras esto ocurría en el gran comedor, nadie pudo notar la ausencia de Jaejoong, quien permanecía sentado en una camilla de la enfermería. Tomaba un poco de aquella sustancia extraña que Madame Pomfrey le había proporcionado. La amable enfermera la observó con algo de preocupación maternal en sus ojos cálidos.

- No sé lo que tramas Jaejoong, pero sea lo que sea que estés haciendo tu poca salud no te lo permite; no tienes la fuerza de un adolescente normal, es que acaso sigues sin alimentarte correctamente?

Jaejoong se sonrojó y bajó la mirada. Él era consciente de que no comía lo suficiente ¿pero quién tendría hambre con todo el estrés que él tenía encima? Simplemente no le provocaba. Lo poco que comía era lo que se obligaba a comer, porque sabía que todo resultaría peor si no se alimentaba. Pero aquella situación parecía estar saliéndose de control.

- Mírame Jaejoong, eres un niño inteligente que sabe muy bien lo que sucede cuando te expones a tanto desgaste de energía sin alimentarte lo suficiente. Tienes una salud tan débil que bien podrías morir con un simple virus! Te daré unas pastillas para que al menos, si no quieres comer, te tomes una diaria y así tengas algo de vitaminas en la sangre.

Jaejoong asintió y recibió la medicina gustoso. Necesitaba de toda su fuerza para poder realizar la marca tenebrosa, y ahora más que nunca sentía los estragos de sus malos hábitos alimenticios.

Madame Pomfrey salió del lugar apagando las luces y dejándolo solo, y él no pudo hacer más que dejar que algunas lágrimas corrieran por sus mejillas. Todo estaba resultando más difícil de lo que creía; temía con toda su alma que no pudiera ser capaz de hacer lo que tenía que hacer. De que aprendiera a manejar las artes oscuras, al menos un poco, dependía todo su futuro.

Respiró profundamente. La luna penetraba por los cristales de las ventanas magistralmente. Humedeció sus labios y se sorprendió al notar entre la oscuridad, que alguien permanecía arrimado en la pared. Sus ojos marrones se encendieron al notar que unos pardos brillantes lo observaban de forma frívola del otro lado de la habitación. Su sangre se congeló, y pudo saber en esos breves instantes que algo malo estaba a punto de suceder.

Yunho dio dos pasos hacia él y el castaño se hizo para atrás en la cama, como un animal acorralado. El Slytherin dibujó una media sonrisa en su rostro, lo que solo logró alterar aún más los nervios del Gryffindoriano.

- Qué, ahora me tienes miedo?- dijo él fríamente volviendo a insensibilizar su rostro pálido.

Jaejoong levantó su cabeza manteniendo su barbilla bien en alto y se bajó de la camilla.

- Yo no le temo a nada, solo a la ignorancia.- dijo él firmemente. - Pero tú siempre haces que desconozca todo de ti...y sí, le temo a aquello que no conozco.

Yunho caminó hacia él, dejando tan solo un metro de distancia entre ellos.

- Te equivocas, me conoces más que nadie; tan bien me conoces, que sabes bien que en este preciso instante puedo hacerte daño...y por eso estás tan nervioso.

El castaño quiso retroceder, mas se mantuvo justo en donde se encontraba. Él tenía razón, muy en el fondo de su ser sabía que aquellos ojos pardos estaban llenos de ira hacia él...y sabía que aquello era peligroso.

- Puede ser.- respondió. - Pero, puedo saber entonces por qué querrías hacerme daño?

Hubo un silencio prologado, mientras tanto, una sonrisa tétrica se formó en el rostro del morocho. Jaejoong no soportaba más lo incómodo del situación, miles de argumentos cruzaban por su cabeza en aquel instante, todos ellos justificando la reacción el Slytherin.

"Qué hice que lo tiene así? Qué hice? Qué hice?" pensó.

Yunho pretendió dar media vuelta, mas por el contrario de todo lo imaginado, empujó a Jaejoong haciéndolo caer sobre la cama y se lanzó sobre él; inmovilizándolo con una varita clavada amenazadoramente en su delicado cuello.

El castaño soltó un leve gemido de dolor y se quedó quieto; sabía que librarse de él sería imposible. Sus ojos marrones se fijaron ofendidos en los pardos llenos de ira contenida del Slytherin, y no pudo evitar sentirse amenazado. Los negros mechones de Yunho caían sobre la frente de Jaejoong, mientras que sus alientos se mezclaban en una fórmula perfecta.

- Quieres que te explique por qué querría hacerte daño!- exclamó con rabia. - Te mataría en este mismo instante de no ser que...

- De no ser qué! Nunca me harías nada! Por qué no sacas esa estúpida varita de mi garganta? Jamás me lastimarías con eso! Tienes mucha razón! Te conozco perfectamente, y preferirías cortarte ambas manos antes que herirme con ellas!

Yunho hundió aún más la varita en el cuello del castaño, provocando que éste soltara un gemido aún más fuerte. Con su otra mano sostuvo el cuello del chico con firmeza, obligándolo a mirarlo fijamente.

- No me provoques Jaejoong...no sabes de lo que soy capaz.- amenazó él mientras lágrimas de dolor corrían por el rostro del castaño; a él ya no le importaba, él lo había lastimado mucho más.

- Qué te pasa! Suéltame ya! No te he hecho nada!

- Mientes! Mientes maldita sea! Por qué siempre tienes que mentir!- gritó entrando en histeria. - Déjame perdonarte Jaejoong! Dime por qué estabas con Shirota en la torre! Aunque sea miénteme nuevamente pero hazlo bien!

El rostro de Jaejoong empalideció en muestra de culpabilidad. Nada, absolutamente nada cruzó por su mente en aquel momento. Quiso morir, sí; nunca tuvo tantas ganas de desaparecer como ahora ¿Cómo le explicaría a Yunho aquello? Decirle la verdad? Imposible! No tenía salida...

- Habla maldita sea! Rompiste tu promesa!- exclamó el morocho sintiendo cómo la ira se apoderaba con más fuerza de su ser con cada segundo que pasaba. El silencio de Jaejoong era respuesta suficiente.

- Confía en mí! Sé lo que estoy haciendo! Puede que parezca algo sin sentido! Que lo veas como una traición! Por favor, créeme, lo hago por los dos...

Pero los celos que Yunho sentía y el dolor de pensar que Shirota podía tenerle mucho más tiempo de lo que él podía eran suficientes como para romper cualquier tipo de confianza.

- No te creo.- dijo él secamente. - No te quiero cerca de él.

- No puedo.- sollozó Jaejoong. - Y no voy a hacerlo. Voy a seguir reuniéndome con él y punto.

Yunho se levantó del cama dejándolo libre. Sus ojos pardos se fijaron llenos de odio y resentimiento en él.

- Eres mío Jaejoong, y quieras o no, vas a aprender a obedecerme.

Con éstas últimas palabras se fue, completamente decidido a darle a Jaejoong justo en donde más le dolía.

Y usaría a Sara para ello.

Pensaba en esto justamente cuando abría la puerta para salir del enfermería, sin poder siquiera imaginar lo que le esperaba detrás de él.

Sintió un golpe fuerte sobre su rostro y no pudo evitar caer al suelo sin más remedio. Sangre corría por su perfecta nariz mientras sentía el dolor correr por su rostro. Al volver, sus ojos pardos chocaron con unos verdes llenos de ira que ahora lo apuntaban con una varita. Sí, había escuchado todo.

Era Yoochun.

La ira reflejada en aquellos ojos verde esmeralda era más de lo que Jaejoong podía soportar. No! No podía ser cierto! Aquel tenía que ser una pesadilla! Yoochun no podía haber descubierto la verdad! No podía, pensaba alarmado mientras se tapaba la boca con ambas manos. Su corazón latía a ritmos exagerados, y por unos breves instantes creyó que sus piernas no lo sostendrían por más tiempo y se desmayaría, mas no sucedió así.

Los ojos pardos inexpresivos del morocho respondían la mirada asesina del Gryffindor. Y allí estaban, los dos enemigos a muerte, esos que se repudiaban tanto como para desearse la muerte mutua...y sin embargo, tenían una sola cosa en común que los uniría para siempre: Jaejoong ¿no resultaba irónico? Al Slytherin le pareció la situación más patética y, dibujando una sonrisa venenosa se levantó del suelo. Sí, era él; Yunho Jung arrastrándose por un sangre sucia. Hasta entonces no había sido capaz de observar su propio reflejo, y tan solo pudo ver la burda sombra de lo que era antes. Él lo había consumido por completo, y pagaría.

- Park es un honor poder recibir un golpe tuyo! Hace cuánto que no discutimos eh? Y pensar que lo hacemos por él...

- Cállate!- gritó Yoochun histérico mientras apuntaba su varita hacia él con firmeza.

- Yoochun..!- exclamó Jaejoong aterrado.

- Tú también cállate!- gritó fijando sus ojos fúricos en él. - No te atrevas a meterte en esto…porque sino lo lamentarás Jaejoong lo juro!

Los ojos marrones del Gryffindoriano se llenaron de lágrimas. El dolor había comenzado a consumirlo. Sabía perfectamente que la imagen que Yoochun tenía de él se había roto para siempre en aquel preciso instante. Quizás en ahora mismo él estaba pensando cosas terribles de él. No podía soportarlo...no podía..

- Maldita sea Jung! Vas a pagar haberle puesto tus asquerosos manos encima!- exclamó Yoochun volviendo a fijar sus ojos llameantes en el morocho.

Yunho rió secamente.

- No crees que es inútil toda esta escena a estas alturas Park? Él ya es mío...llegaste muy tarde para impedirlo. Las cosas, son como son. Acéptalo.

- Nunca será tuyo imbécil! Sobre mi cadáver me entendiste? No vas a volver a tocarlo!

- Tienes razón Park, nunca será mío.- dijo Yunho mientras estiraba su brazo señalándolo. - Tu amiguito es de todos los que se le paran enfrente...no es así Kim? Por qué no le cuentas lo bien que te la pasas conmigo y con Shirota a la vez?

Jaejoong sintió cómo todo en su interior explotaba mientras gruesas lágrimas corrían por sus mejillas.

- Cállate! Cállate por favor! No sigas!- suplicó entre sollozos. Se estaba vengando de él, lo sabía. Conocía perfectamente que quien estaba hablando por su boca en aquel momento era su ego herido y su orgullo. Sin embargo...aquello no era suficiente como para justificarlo. Lo estaba hiriendo demasiado...

Y eso que solo había comenzado.

Más Yoochun tenía prisa por terminar. El que el moreno tirara la varita y se lanzara sobre Yunho tomó a todos por sorpresa. Volvió a golpearlo en el rostro e inmediatamente, en las costillas.

- Vas a pagar imbécil!- gritó Yoochun viéndolo caer al suelo.

Yunho sintió la sangre correr por su rostro y lleno de ira fijó sus ojos peligrosos y mortíferos en su peor enemigo. Ahora ya tenía con quién descargar su rabia.

El morocho se levantó del suelo y metiendo la mano en el bolsillo de su túnica sacó su varita, lanzándola al suelo al igual que el Gryffindor había hecho.

- Esto es lo único que me gusta hacer en forma muggle.- dijo Yunho, y acto seguido golpeó a Yoochun en el rostro mandándolo al suelo.

Jaejoong gritó aterrado. Corrió para intervenir en la pelea mas Yunho, estirando su mano derecha hacia él, ante el asombro del castaño creó un campo que no lo dejó pasar.

Yunho sonrió.

- Ventajas de ser mortífago Jaejoong…recuerda lo que soy.- le dijo y lanzó una patada al estómago de Yoochun mientras éste se retorcía en el suelo. - Sabes qué Park? Te mataría en este mismo instante de no ser que a él le importas...y, lamentablemente, a mí me importa él. Es patético no crees? Tú y yo lo queremos...y soportamos todas las porquerías que nos hace sin poder dejar de quererlo; es ese el poder de Jaejoong Kim, es como una maldita droga no lo crees Park? Va a terminar matándonos a todos...

Descargó una última patada contra su adversario y bajó la mano que mantenía extendida, permitiendo que Jaejoong pudiera correr a los brazos de su mejor amigo, que permanecía en el suelo terriblemente lastimado. El castaño sollozaba mientras limpiaba la sangre que corría por la comisura del labio de Yoochun. Levantó la mirada para fijarla furiosa en el Slytherin.

-Lárgate!- gritó. - Ándate! Te odio!

Yunho lo miró inexpresivamente.

- Yo también.- dijo y con esto salió.

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