Hola a todas:
Me presento, ya es hora, mi nombre es Monique y en colaboración con Carly escribimos esta historia, bueno mas ella que yo, yo soy su beta.
La muy floja no pensaba subir capitulo hasta el miércoles pero aquí lo tienen, digamos que la obligue. A partir de ahora seré yo quien ponga las actualizaciones.
Espero sus comentarios.
Cap. 34 - Humbolg
¿Por qué estaba tan solo?
- Jaejoong, vine
porque solo puedo hablar contigo de esto. Vi a Junsu la noche anterior, con
Paul y un grupo de alumnos en la madrugada, saliendo del bosque prohibido. No
me preguntes por qué, pero al verlos, sentí algo malo. Tal vez esté volviéndome
loco, pero es así. Tengo un mal presentimiento...una opresión en el pecho que
no me deja respirar. Temo por él...
Los ojos marrones de Jaejoong
se fijaron en Taemin. Por un momento las ideas se mezclaron en su mente,
obteniendo como resultado una simbiosis de pensamientos. Respiró profundamente
y al quedar su cabeza en blanco, una horrible y desastrosa realidad golpeó sus
sentidos sin permitirle siquiera recuperarse de la impresión. Se tapó la boca
mientras su respiración se volvía agitada y tomó la mano de Taemin con fuerza,
como si pensara detenerlo.
- Junsu! Junsu se
quedó en el comedor no es así? Cuando la noticia del muro se expandió se quedó!
S.P.B! S.P.B! S.P.B! lo he leído en alguna parte… Sociedad... Sociedad...
Sociedad de los poetas...poetas...en fin! Es un grupo que debió de haberse
disuelto hace mucho tiempo ya! Siempre tuve la ligera sospecha de que aún
existía, dices que la viste en la noche! Esto es grave Taemin! Creo que sé que
le sucede a Junsu! Está en esa secta! Y si está? Si está...si Junsu está
allí…corre peligro.
- Qué!- dijo Taemin sin
poder entender.
- Paul! Maldito
desgraciado él lo introdujo allí! Taemin, necesito que averigües que es S.P.B,
sé que es una sociedad importante revolucionaria que se dio en Hogwarts en la
época de Lee Soo Man, cuando los mortíos invadían el colegio. Esa organización
ya no debería existir, es un error que siga en pie…un terrible error.
Yoochun golpeó la pared con todas sus fuerzas. Lo
estaba perdiendo. Cerró los ojos mientras apoyaba la cabeza en el muro de su
cuarto. Min debía encontrarse en la sala común esperando a Junsu. Cualquier
reclamo, cualquier ofensa no serviría para nada. Junsu se lo había advertido,
le había dicho que estaba dispuesto a destruirse a él mismo con tal de hacerle
daño. No quiso creerle al principio, su obstinado orgullo no lo dejó ver más
allá de sus narices; ahora comprendía que él no estaba jugando. Estaba loca,
sí, tenía que estarlo. Caminó hacia la ventana y sus ojos verdes se quedaron
fijos en el pelirrojo que se despedía de Paul y ahora caminaba hacia el
castillo. Sintió que todo dentro de él se desvanecía, y el vacío comenzaba a
provocarle un sufrimiento indescriptible. No podía seguir así, sabía que solo
él podría detenerlo, tenía que intentar algo.
Salió del cuarto y
bajó las escaleras de la sala común. Pasó al lado del pelicastaño mas no le
dijo nada.
Quería interceptarlo
antes de que pudiera llegar allí.
Junsu caminaba por los
pasillos mirando por las ventanas. El color del cielo le decía que pronto
comenzaría a llover. Pasó las manos sobre su cabello mandándolo hacia atrás y
al doblar la esquina, chocó de frente contra quien menos quería ver en aquel
momento. No pudo hablar, no pudo gritar, no pudo decir nada; antes que él
pudiera reaccionar de cualquier modo Yoochun ya lo había tomado de las muñecas
y pegado contra la pared. Sus ojos verdes despedían fuego intenso que bien
hubiera sido capaz de destruir cualquier barrera...
Menos la que Junsu
había construido.
Trató de soltarse, mas
el cuerpo de Yoochun le impedía moverse. El Gryffindor colocó las muñecas
frágiles del chico arriba de su cabeza roja y se pegó aún más a él. Cerró los
ojos, pues nunca antes había tenido tantos sentimientos mezclados en su ser. El
aroma que despedía Junsu era suficiente como para embriagarlo; quería hacerle
daño, lastimarlo como él lo hacía con él. Hubiera dado todo por tener el valor
suficiente, mas no podía. Él jugaba con él como si nada, hundiéndolo en un pozo
sin fondo ¿Acaso no percibía el daño que le estaba causando?
Sus alientos se
mezclaban y sus narices rozaban con tanta cercanía. Los ojos verdes del moreno
estaban fijos en los miel del pelirrojo. Ninguno de los dos estaba dispuesto a
ceder; aquel era una batalla sin fin.
- Qué quieres Yoochun?-
dijo él usando un sarcasmo evidente. – No tengo la menor idea de dónde está Jinki
si es eso lo que quieres...
- Ya basta!- exclamó
él con tanta ira contenida que logró debilitar la firmeza que Junsu había
conservado hasta entonces. Por un breve instante, él creyó ver en aquellos ojos
la misma tierna persona que hacía ya mucho tiempo había dejado de existir. -
Estoy cansado de tus burlas! De tus juegos! No soy un juguete me entendiste!
Junsu sonrió.
- Te equivocas Yoochun;
tú eres un juguete. Eres la marioneta de todos, el juguete más estúpido y sin
chiste que he conocido en mi vida. Eres el juguete de Min, de Jaejoong, de
Dumbledore, de Lee Soo Man...siempre has sido un patético instrumento!
- Cállate!
Yoochun se pegó aún
más a él, dejándolo completamente sin opción a respirar.
- Déjame!- gritó Junsu
sintiendo el dolor de ser aplastado contra el muro.
- No lo haré! Hasta
aquí llegó tu maldito juego! Me cansé de todo! Me cansé de ti!
Los ojos miel del
pelirrojo se humedecieron y lágrimas cayeron por sus mejillas mientras reía
huecamente. Sentía una mezcla de dolor y placer; su odio lo estaba matando, y a
la vez, le proporcionaba la única protección que tenía en el mundo.
- Todos se cansan de
mí Yoochun, únete al grupo.- dijo él. - Y yo los odio a todos.
El moreno pegó su
frente a la de Junsu y cerró los ojos, su mano derecha sostenía las muñecas del
chico mientras que la otra se deslizó hasta su rostro.
- Tú no odias a
nadie...eres incapaz de odiar; excepto a ti mismo. Por eso haces todo esto, porque
al sentirte imposibilitado de lastimar al resto, prefieres hacerlo contigo
mismo.
- No pretendas conocer
lo que hay dentro de mí! Nunca lo vas a saber! Nunca vas a saber lo que me has
hecho! Nadie sabe lo que el mundo me ha hecho! Tú, Changmin, Jinki, mamá, papá,
Junho! Todos me han abandonado! Todos me han enseñado que nada sirve! Que nada
vale la pena!
Yoochun abrió los ojos
y pudo ver las lágrimas correr por el rostro del chico. Un profundo dolor se
reflejaba en su mirada ¿por qué todo tenía que ser así?
Las manos del
Gryffindor subieron de las muñecas de Junsu hacia sus manos, entrelazando sus
dedos con los de él. Su nariz rozó su mejilla y su boca llegó hasta el oído del
Gryffindoriano susurrándole:
- Nada vale la pena Junsu,
este mundo está lleno de superficialidades, de vacío. No creas que eres el único
que ha tenido que ver esa realidad, porque al menos tú escogiste la soledad, yo
no tuve opción. Mataron a mis padres, mataron a Yohwan y mataron la única
esperanza que me quedaba de ser feliz. No me digas a mí, qué vale la pena o no.
Junsu miró fijamente
los ojos verdes de Yoochun, y por primera vez pudo ver todo lo que en ellos se
escondía. Su rabia se desvaneció en un instante dando paso a una profunda
tristeza, a un sufrimiento imposible de detener. Lágrimas cayeron por sus
mejillas mientras acercaba unos milímetros más su rostro hacia el del moreno,
provocando que sus narices se rozaran aún más, y que sus labios pudieran sentir
el calor mutuo que despedían.
- Nada de esto está
bien.- dijo él sin poder dejar de llorar, sintiendo el dolor de tener tan cerca
a quien más quería y a la vez tan lejos.
- Lo sé.- dijo él casi
en un susurro y cortando la poca distancia que quedaba, permitiendo que sus
labios se unieran en un beso intenso y profundo.
Yoochun soltó las
manos del pelirrojo para poder entrelazar sus brazos alrededor de su fina
cintura, pegándolo contra sí completamente. Junsu dejó salir un gemido mientras
enterraba sus dedos en el cabello negro y desordenado del moreno. Así, juntos,
por primera vez en mucho tiempo se sintieron felices.
Por supuesto, no
podían imaginar que frente a ellos se encontraba Jonghyun; estático, tapándose
la boca con ambas manos.
Jaejoong se encontraba solo en la biblioteca. Nunca
había podido entender el por qué ningún alumno de Hogwarts acudía a ésta en
épocas tan cercanas a los exámenes; todos parecían preferir estudiar al último
instante. Los libros y los apuntes del Gryffindoriano estaban esparcidos por toda
la mesa, había resultado un trabajo arduo el ponerse al día en todo, mas por
fin comenzaba a sentir los beneficios de ello. Ya reconocía las fórmulas de
aritmancia, el movimiento de varita para Transformaciones, la mezcla de
ingredientes para la poción de sueño oportuno, y entre otros hechizos para
Defensa Contra las Artes Oscuras.
Suspiró mientras
levantaba la mirada y la fijaba en la ventana que comenzaba a adquirir un tono
rojizo por el sol del tarde. Sus ojos marrones se quedaron cautivos en él por
varios segundos, no supo precisar cuantos.
Un golpe seco y unas
voces lo sacaron de su ensueño.
A unas pocas
estanterías del Biblioteca las voces se transformaron en gritos.
- Cállate!- gritó Leeteuk
mientras su mano derecha apretaba con firmeza el cuello de una chico de
cabellos rizados y negros estampándola contra la pared. – Mejor será que
escuches lo que tenemos que decirte, y que te quede bien claro el mensaje,
porque sino será lo último que escuches impuro!
El chico de Hufflepuf
se retorcía tratando de liberarse, mas aquello era inútil. Sollozaba mientras
sus manos se encontraban en el brazo de Leeteuk, haciendo vanos intentos de
alejarlo de él. Su rostro, naturalmente blanco, había adquirido un tono rosa
debido a la presión que el Slytherin ejercía sobre él, obstruyéndole la
respiración.
- Maldita sea, si no
fueras tan débil te hubiera ya golpeado!- exclamó Leeteuk furioso. Fue
entonces, cuando los ojos azules eléctricos del chico se fijaron en el morocho
que ahora cerraba la puerta del biblioteca tras de sí. Aquellos ojos pardos,
fríos e inexpresivos, lograron inquietarlo más de lo normal.
Yunho caminó hacia
ellos y con un gesto del cabeza ordenó a Leeteuk que lo soltara. Él,
obedeciendo el mandato del morocho lo liberó, permitiéndole respirar con
tranquilidad. El chico tosió y se sostuvo la garganta mientras permanecía
acorralado contra la pared. Leeteuk lo había dejado, mas su varita seguía
levantada y dispuesta a atacar en cualquier movimiento en falso.
- Déjenme por favor!
No he hecho nada! Quiero irme!- dijo él sollozando.
- Y te irás.- dijo Yunho
fríamente. - Pero primero tengo que advertirte de lo que te puede llegar a
suceder si se te ocurre decirle a Dumbledore lo que sabes...
- No diré nada! No lo
haré!- dijo él llorando con desesperación, el temor crecía con gran ímpetu en
su ser.
Leeteuk sonrió.
- Te lo diremos igual.
Solo para que la absurda idea no pase jamás por tu mente.
El chico de Hufflepuf
no podía soportarlo más. Sus manos se colocaron temblorosas sobre sus orejas
apretándolas con fuerza, queriendo evitarse el desagradable momento de escuchar
las torturas a las que se vería sometido si intentaba hacer algo en contra de
los mortífagos.
- No!- gritó una voz
que Yunho reconoció al instante, obligándolo a voltear para chocarse de frente
con unos ojos marrones que ahora irradiaban fuego intenso.
Leeteuk miró a Jaejoong
y luego posó sus ojos en Yunho; supo automáticamente que la situación se había
complicado. Conocía muy bien que la relación que el líder de su casa había
iniciado con el sangre sucia Gryffindoriano se había escapado de las manos de
ambos. Se sintió impotente al no saber cómo reaccionar ¿insultarlo? Ni loco. Si
llegaba a tocarlo Yunho lo mataría, lo conocía bien.
Estaba atado de pies y
manos.
Jaejoong caminó hacia el
chico de Hufflepuf y se interpuso entre las serpientes y él, abrigándolo con
sus brazos e intentando tranquilizarlo.
- Kim, desaparece.-
dijo Yunho mirándolo con punzantes ojos pardos. No podía demostrar debilidad en
frente del chico de Hufflepuf, si lo hacía él perdería el miedo y hablaría.
El Gryffindoriano
clavó sus ojos marrones en el morocho con ira desmedida.
- No lo haré! Cómo
puedes tratarlo así? Algún día tendrás que tragarte cada una de tus palabras Yunho!
El simple pronunciamiento
de su nombre logró intensificar la gravedad de la situación. El chico que hasta
entonces había permanecido con los oídos tapados ahora los había dejado libres
y miraba curioso a su defensora. Si no hacía algo todo se iría al infierno.
- No me llames por mi
nombre sangre sucia!- exclamó Yunho sacando su varita y apuntándola con él. Sus
ojos pardos se fijaron en el temeroso chico que Jaejoong protegía. - Lárgate!
Te salvaste esa vez, pero solo porque ahora Kim ha decidido tomar tu lugar.
El moreno se soltó
inmediatamente del castaño y corrió fuera de la biblioteca, sin importarle en
lo más mínimo si dejaba solo o no a su defensor con dos mortífagos.
Jaejoong había entrado
en histeria. Sus ojos llameantes comenzaban a quemar todo lo que miraban y en
su rostro la rabia estaba reflejada nítidamente. Leeteuk miró a Yunho y notó
que éste no estaba perturbado, de hecho, mantenía su inexpresividad y su
firmeza. Sus ojos pardos estaban fijos en él, observándolo con cierto enojo;
había estado a punto de arruinarlo absolutamente todo.
- Ándate Leeteuk.-
ordenó el morocho sin despegar sus ojos del castaño.
- Pero Jung...
- Déjanos solos.- dijo
con más fuerza ésta vez. Leeteuk dedicó una mirada despectiva a el Gryffindoriano
y caminó hacia la salida.
El sonido de la puerta
cerrándose desató la discusión.
- En qué estabas
pensando al meterte en esto?- dijo Yunho despidiendo ira. – Quieres que me
descubran?
- Lo que quiero jamás me
lo podrás dar Yunho.- dijo Jaejoong molesto. - No solo tratas como basura a una
persona indefensa, sino que también me insultas.
- Bien sabes que fue
para que él no notara lo que tú estabas dejando en evidencia.- dijo Yunho
fastidiado. - Te he dicho una y mil veces que te quiero lejos de todo esto, te
dije que te alejaras!
- Y yo te dije que no
voy por ningún motivo a excluirme de algo que me compete! Tú mismo lo has
dicho! Soy un sangre sucia! Y cosas extrañas están pasando, hay mensajes en los
muros amenazando a las personas que son como yo y tú pretendes que no me
involucre?
Yunho caminó hacia él
peligrosamente y el chico no pudo evitar retroceder. Dejó una distancia
prudente y con una mano tomó el rostro de Jaejoong entre sus dedos. Su mirada
fuerte y penetrante se fijó en él y por un instante, el castaño se sintió
terriblemente avergonzado; se sentía como una hormiga bajo la lupa, como si
fuera tan solo un minúsculo ser observado por algo omnipotente. Era aquella
sensación extraña la que se formaba dentro de él cuando él le dedicaba aquellas
miradas que parecían atravesarlo.
- Sí, pretendo eso.-
dijo secamente. - Y pretendo aún más; que me respetes. Porque quiero que tengas
muy presente el hecho de que estoy dando absolutamente todo por ti, y que si
interfieres, podrías arruinarlo todo.
- Qué es lo que
quieres conseguir uniéndote a los mortífagos!
- Solo perteneciendo a
ellos podré alejarlos de ti, protegerte. Solo estando con ellos, podré
destruirlos. Comprende que es algo que debo hacer, y tú no haces más que
complicarlo todo.
El sonido de la puerta
de la biblioteca abriéndose interrumpió su conversación. Yunho se escondió tras
una estantería y observó entre los libros como un chico alto, moreno, y de
cejas espesas caminaba hacia Jaejoong abriendo sus brazos.
- Shirota?- dijo él
abrazándolo confundido. No esperaba su llegada tan pronto, y tampoco esperaba
que Yunho estuviera presente cuando eso sucediera.
- Jaejoong,
definitivamente estás más bello cada vez que te veo.- dijo mirándolo de arriba
abajo. Los ojos pardos de Yunho brillaban con ira observando la escena. - Qué
sucede? Me preocupé un poco con tu carta.
- Si, este...mejor
hablemos en otro lugar no te parece?- dijo él nervioso. Estaba a punto de decir
lo que no debía.
- Pero, no entiendo.
Me mandaste a llamar de urgencia, por tu carta parecías angustiado por alguna
situación.
Aquello cayó como un
ladrillo sobre el estómago del Slytherin. Sintió la ira recorrer su sangre y
miles de ideas golpearon su cabeza como si quisieran destruir cualquier tipo de
pensamiento. Sí, él lo había llamado. Él le había pedido que viniese ¡Maldita
sea! El desgraciado de Shirota Yu no había llegado hasta Hogwarts por su
cuenta! Jaejoong se lo había pedido!
Él estaba muy
equivocado si creía que podía hacer lo que quisiera, menos cuando se trataba de
un tipo que desde siempre estuvo tras sus faldas. Yunho apretó los puños con
fuerza. Jaejoong no podía estar con él, eso era cierto, pero eso no significaba
que por ello dejase de pertenecerle.
Entonces, tendría que
enseñarle a respetarlo.
Taemin permanecía en la sala de tutoría con cientos de
archivos de sucesos históricos en Hogwarts. Los había encontrado tiempo atrás
entre los closets de pedagogía mágica, mas creyó nunca iba a necesitarlos así
que los olvidó. Normalmente siempre que se encontraba en aquel salón era para
preparar sus clases para los de primero y buscar maneras de ayudarlos en las
materias que se les dificultaba; mas ahora estaba utilizando el lugar como centro
de investigación, y para las seis y media del tarde había descubierto más de lo
que jamás creyó poder encontrar.
Unos pasos lo obligaron
a despegar la mirada de los papeles. Al principio la sola idea de que la
profesora McGonagall lo encontrara revisando archivos prohibidos lo aterrorizó,
mas al ver de frente a un Slytherin alto de cabellos negros y ojos claros lo
tranquilizó notablemente.
Una sonrisa se dibujó
en su rostro.
- Hangeng, hace mucho
que no te veía por aquí. Qué pasó? Te he estado esperando para las clases.
Hangeng fijó sus ojos
en él y sintió cómo todo a su alrededor se volvía confuso. Solo él podía tener
tal efecto sobre él ¿Por qué? ¿Por qué había escogido al maldito Shim! Aquel
ser inferior jamás le llegaría a la punta de los talones a aquel príncipe.
- Ya no voy a estar en
los trabajos de tutoría.- dijo él repentinamente. Sus ojos estaban fijos en él,
con cierta demencia morbosa que, por la pureza e inocencia que caracterizaban a
Taemin, no pudo percibir.
- No?- dijo él
sorprendido. - Por qué?
- Tengo que estudiar.-
mintió.
Taemin se levantó y
caminó hacia él. Estiró su mano para tocarlo, mas él se hizo hacia atrás con
brusquedad y fijó sus ojos en el suelo.
- No te me acerques.-
dijo él fríamente. - Tú también eres como todos...me lastimaste.
Taemin no comprendía.
- Hice algo malo? Si
lo hice perdóname, por favor.
- No.- dijo él
mirándolo nuevamente. - No tengo nada que perdonarte, tú eres perfecto. Es
él...él es el que te corrompió...Pero no te preocupes, me encargaré
personalmente de que eso termine.
Con estas últimas
palabras Hangeng salió dejando al rubio completamente confundido.
El gran comedor estaba completamente lleno cuando Jaejoong
llegó. A las primeras personas que vio fue a Min y a Yoochun. El primero
discutía con Jinki porque al parecer no
había encontrado a Junsu, mientras que el segundo permanecía en silencio, con
la mirada perdida. Si algo sorprendió al castaño fue el notar que Jonghyun se
mantenía callado, sin siquiera tocar su plato. Estaba seguro de que algo había
ocurrido, algo que sin duda alguna involucraba a todos los presentes. Quiso
acercarse, mas al ver a Shirota en la otra esquina esperándolo desistió de la
idea. Era preciso que conversara lo más pronto posible.
-Ahora sí me puedes
decir lo que pasa?- dijo Shirota sonriente.
- Sí, te mandé esa
carta porque necesitaba que volvieras. Necesito de tu ayuda.
Shirota levantó una
ceja.
- De mi ayuda? Desde
cuándo Jaejoong Kim necesita ayuda de alguien?
- Desde siempre.-
respondió él. - Pero ahora la preciso más que nunca. Estás dispuesto a
brindármela?
Shirota fingió pensar
durante varios segundos mas al final rió.
- Si hay algo que yo
pueda hacer por ti no dudes en pedírmelo.
Jaejoong tomó aire.
- Shirota, sé bien que
en tu colegio salen más mortífagos que de Hogwarts en la casa de Slytherin. Por
eso, porque sé que tú vives en ese ambiente, y sé bien que en su colegio las
Artes Oscuras son tomadas como una clase; eres el único que me puede enseñar a
convocar la marca tenebrosa…
El rostro de Shirota
palideció y por breves minutos pareció no poder hablar. Se acercó más a Jaejoong
y habló casi en un susurro.
- Eso ni yo lo sé,
solo quienes son mortífagos conocen cómo invocarla ¿Para qué quieres aprender
eso?
- Tengo mis razones.-
dijo él. - Al menos debes saber cómo realizar una imitación...una muy parecida
a la real.
- Pídeme que te enseñe
cualquier cosa, el Avada Kedavra, lo que sea menos eso.- pidió el moreno
atormentado.
- El Avada Kedavra
también me lo enseñarás. Todo a su tiempo, primero quiero saber hacer al menos
una imitación de la marca...por favor.
Shirota miró a su
alrededor, convenciéndose a sí mismo de que nadie los podía a escuchar. Cuando
se tratan temas tan delicados, la paranoia de sentir que todos están pendientes
de cada palabra pronunciada se forma consistentemente. Fijó sus ojos oscuros en
él nuevamente.
- Bien sabes que no
puedo decirte que no. Te enseñaré cómo, pero...
Entonces la puerta del
gran comedor se abrió repentinamente. Al principio, Jaejoong creyó que iba a
desmayarse ante la impresión que recibió al ver a una mujer alta, de piel
porcelánica y cabello rojo con delicados rizos cayendo por su espalda. Sus ojos
verdes, fijos al frente manteniendo la barbilla bien en alto la guiaron por el
centro de las mesas caminando hacia la mesa de profesores.
Aquello fue un
espectáculo.
El alumnado entero se
sintió ofendido ante la belleza perfecta e incorruptible que despedía aquel
ser. Era hasta indignante que alguien tan hermoso se atreviera a mostrarse
públicamente para cegar a los demás con su increíble divinidad. Los ojos pardos
de Yunho se quedaron estáticos en él, y bastaron unos segundos para que su
mirada se desviara hacia la mesa Gryffindoriano y chocara con los ojos marrones
de Jaejoong.
Sí, era Carmen.
Jaejoong no podía
asimilar lo que sus ojos captaban, era simplemente imposible. Al mirar a Yunho
había notado que él se encontraba igual de sorprendido. Sus ojos pardos parecieron
opacarse y volverse aún más oscuros ¿Qué estaba sucediendo? Por la puerta del
gran comedor un grupo de chicos entró. Se trataba de una fila larga e
interminable de mujeres extremadamente hermosas. Todos usaban el mismo atuendo,
una túnica azul marino bajo un vestido celeste un poco más arriba de la
rodilla. Jaejoong trató de leer las insignias que estaban en sus túnicas, mas
por la distancia aquello le fue imposible.
El Director se levantó
del mesa y llamó la atención de los estudiantes, lo cual en definitiva, no era
necesario ya que la despampanante belleza de las chicas que habían ingresado
había cautivado solo miradas masculinas de admiración. Sin embargo, aunque todas
eran perfectas, ninguna expresaba tal perfección como la pelirroja alta y
esbelta que había ingresado primero. Era quien atraía todo lo que estaba a su
alrededor; era como si poseyera algún tipo de magia.
- Son veelas.- dijo Shirota
susurrándole en el oído. - Conozco ese colegio, es solo para las de su especie,
se llama...
Dumbledore levantó la
voz.
-Queridos estudiantes!
Esta noche han arribado al colegio importantes visitas. Tengo el gusto de
presentarles a las alumnas del colegio Humbolg, quienes se instalarán aquí
durante esta semana. El motivo de su visita es importante, y no he querido
comunicárselos hasta ahora porque quería que fuera una sorpresa para los
equipos de Quidditch este año. El Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería
premiará de forma distinta al Ganador del Copa de Quidditch; Gryffindor, quien
ha quedado como finalista principal tendrá que batirse contra el equipo
nacional más fuerte y ganador de partidos internacionales, y aquí las tienen!
El equipo de veelas del colegio Humbolg jugará con ustedes y si logran
ganarles, se llevarán la Copa, si no lo hacen, ellas lo harán.
Todos aplaudieron con
fuerza mas Jaejoong seguía terriblemente confundido, aún sus sentidos no
lograban entender lo que estaba sucediendo. Sus ojos marrones se fijaron en la
mesa de Slytherin notando que mientras todos aplaudían Yunho permanecía quieto,
con sus ojos pardos brillantes mirando a las alumnas del colegio Humbolg.
Parecía no poder salir de la impresión.
Era ella, no había
duda alguna.
- Sabía que eran
veelas.- dijo Min al otro lado de la mesa. – Lo supe desde que las vi.
- Obvio que las ibas a
reconocer Min, has tenido muchas experiencias con veelas no?- dijo Jinki molestándolo.
- Eso pasó mucho
tiempo atrás.- lo corrigió el Gryffindor tomando cierto color rojo en su
rostro.- Por cierto, no he visto a Junsu en todo el día. Necesito hablar con
ese malcriado, esto se acabó! Debe saber que lo estoy buscando, por eso ni
siquiera ha bajado a comer.
- Como sea, yo ya me
rindo con Junsu. No quiere hablar conmigo y no voy a obligarlo a hacerlo.- dijo
el rubio mientras fijaba a la vez sus ojos en Jonghyun, quien revolvía su
comida sin decir absolutamente nada. - Oye tú, estás bien? No has abierto la
boca durante todo este tiempo.
El moreno lo miró
fijamente y luego miró a Yoochun.
- No me pasa nada.-
dijo con voz seca. - Me duele un poco la cabeza, pero ya se me va a pasar.
Jinki supo que estaba
mintiendo, mas no quiso presionarlo.
Ya lo averiguaría por
su propia cuenta.
Jaejoong corrió por los pasillos oscuros de Hogwarts
en cuanto terminó la cena. No podía esperar más. Su corazón y su mente estaban
desesperados y parecían querer matarlo lentamente. La imagen de la deslumbrante
pelirroja permanecía en su cabeza y no lo abandonaba ni un solo segundo. Al
llegar empujó la puerta con fuerza para cerrarla tras de sí.
Se pegó contra ésta
mientras tomaba aire. Miró hacia el techo y cerró los ojos, dejando que su
cuerpo se relajara y regresara a un estado normal. Al bajar la mirada
nuevamente pudo ver a Yunho arrimado en el marco de la ventana. Su corbata
estaba casi suelta y mechones negros caían por su frente. La luz pálida de la
luna penetraba por los cristales dejando así ver a penas lo necesario. Una
pequeña sonrisa se dibujó en la comisura de los labios del Slytherin mientras
fijaba sus ojos en él.
- No lo esperabas...-
comentó disfrutando del agonía en la que Jaejoong parecía estar.
- Esperarlo? Acaso tú
esperabas que apareciera?- dijo él exasperado.
- Supongo que lo
imaginé, por eso no estoy tan atormentado como tú lo estas.
Jaejoong fijó sus ojos
marrones en él.
- Qué hace aquí? No
entiendo por qué está sucediendo esto!
- Porque así tenía que
ser, punto. No tienes que complicarte tanto. Él no tiene por qué interferir…
- Claro que va a
interferir! En el pasado lo hizo puedo hacerlo ahora!
Yunho sonrió
peligrosamente. El Gryffindoriano sabía muy bien que él estaba enojado con él
por lo de Shirota, pero solo ahora consideró la posibilidad de que pudiera optar
por vengarse. El Slytherin lo miró con frialdad y manteniendo una expresión
severa en su rostro habló.
- Por qué lo
llamaste?- preguntó con un tono firme y seco.
- Es mi problema.-
respondió. - Necesito que me ayude en algunas cosas no tienes por qué pensar
mal.
- Pensar mal? No Jaejoong,
no me pidas algo que simplemente no puedo dejar de hacer. Me enferma que le
hayas escrito, y no voy a tolerar que se te acerque más de lo debido, me
entendiste?
Jaejoong lo miró
incrédulo.
- Creí que habías
dicho que tenía que alejarme de ti no es así? Entonces si ya no tenemos nada
por qué tendría que guardarte algún tipo de respeto?
Yunho caminó hacia él
y lo tomó por el brazo con fuerza.
- Porque estoy
arriesgando todo por ti. Debería bastarte no es así?
- Entonces qué
pretendes! Que me quede solo por el resto de mi vida?
- Es lo menos que
puedes hacer.
El castaño dejó salir
un pequeño grito de asombro. La petulancia del morocho había llegado a extremos
incuantificables.
- Esa no es tu
decisión. Si tanto quieres que me aleje de ti pues tal vez lo haga. Shirota es
un excelente prospecto por qué no aceptarlo?- dijo él desafiándolo.
Yunho lo tomó por la
cintura pegándolo contra su cuerpo mientras cortaba todo tipo de distancia
existente. Jaejoong intentó separarse pero todo movimiento fue inútil.
- Estoy harto de que
me trates como si fuera un objeto! Suéltame!
Yunho mantenía sus
ojos fijos en él, y en aquel momento hubiera deseado no quererlo tanto. Él lo
enfermaba, era como un veneno que infectaba todo lo que tocaba. Él, que siempre
lo había mirado como un ser insignificante, sin gracia y sin ningún tipo de
atractivo, ahora estaba a los pies de quien nunca creyó estar. La rabia que
había sentido al ver a Shirota cerca de él pareció desvanecerse al tenerlo
junto a él, al sentirlo entre sus brazos. Siempre se había sentido seguro de
que nadie fijaría sus ojos en Jaejoong, pues nadie era capaz de ver lo que
había bajo aquel pantalón extremadamente deforme y aquella soberbia infinita
que lo movilizaba. Sin embargo, Shirota lo había hecho incluso mucho antes que
él, por eso no soportaba que estuviera cerca del castaño. Sus ojos pardos lo recorrieron
sin soltar sus brazos de alrededor de su cuerpo. Él era suyo ¿por qué se
empeñaba tanto en negarlo? Nadie podría jamás quererlo con la intensidad con la
que él lo quería; ni odiarlo con la fuerza con la cual él lo hacía.
Jaejoong trató
nuevamente de alejarlo, mas con ello solo provocó una acción contraria. El
Slytherin terminó por cortar la poca distancia entre ellos y lo besó. El
castaño sintió cómo sus piernas se debilitaban y dejó salir un gemido dentro de
la boca del chico cuando éste lo pegó aún más contra sí. La lengua del
Slytherin penetró su boca con intensidad mientras él hundía sus dedos en su
cabello negro como ébano. Solo juntos se complementaban, y cualquiera que los
hubiera visto habría notado que así, solamente así, parecían una sola persona. Yunho
parecía adquirir una parte humana mientras lo besaba, dejando a un lado toda
esa frialdad que siempre lo envolvía. Era como si solo el Gryffindoriano
tuviera el poder de transformarlo en "alguien". Estuvieron así
durante varios minutos hasta que se vieron obligados a separarse para poder
respirar.
Yunho aún lo mantenía
contra su cuerpo mientras sus labios se rozaban.
- Ves? Jaejoong,
siempre vas a ser mío; aunque te suelte, aunque te deje ir…siempre me
pertenecerás, quieras o no.
- Te odio.- dijo él
con ira por la humillación que había acabado de recibir. No quería admitirlo,
pero lo que él decía era cierto. Le pertenecía, y eso no lo iba a poder cambiar
jamás.
Yunho mordió su oreja
haciéndolo temblar y le susurró:
- No tanto como yo.
Jaejoong trató de
empujarlo, estaba demasiado molesto con él como para seguir a su lado; mas nada
le sirvió, solo consiguió hacer que el Slytherin lo apretara aún más dejándolo
sin aire.
- Escúchame bien, te
lo diré solo una vez más; si te veo hablando con ese imbécil voy a hacer que lo
lamentes.
El castaño parpadeó.
- Qué vas a hacer Jung?
Lastimarme? Lo dudo, has sido capaz de arriesgar tu vida para protegerme, por
qué me harías daño?
Yunho fijó sus ojos pardos
en los de él despidiendo una sequedad impresionante, esto provocó que Jaejoong
temblara nuevamente.
- Nadie puede herirte,
a menos que sea yo. No me obligues a hacerlo.
Jaejoong supo que
estaba hablando muy enserio. Él jamás podría imaginar el daño que le producía
al Slytherin cada vez que le sonreía a otro que no fuera a él. Yunho Jung era
posesivo, y no toleraba no ser el centro de atención, menos cuando se trataba de
la persona que más le importaba.
- Y Carmen? Qué pasará
con ella? Tampoco quiero que te le acerques.- dijo él suavemente. Sus ojos marrones
eran cálidos, ardientes. Por un momento creyó verse consumido por ellos.
- De qué tienes
miedo?- dijo él mientras sus manos recorrían el cuerpo de el castaño completamente
cubierto por el uniforme. Aquello ya le estaba comenzando a fastidiar de
sobremanera.
Jaejoong evitó la
mirada del morocho.
- Mírame.- le ordenó
el chico. - A qué le temes?
Él humedeció sus
labios.
- Temo que lo que
sucedió en el pasado se repita. Carmen...es hermosa, es algo que yo jamás podré
llegar a ser, es una mujer y yo un hombre.
Yunho sonrió para sus
adentros; no podía creer que Jaejoong pudiera ser tan perfecto.
- Eres diferente.-
dijo él. - Yo estoy contigo y no pienso dejarte, al menos que tú me des razones
para hacerlo.
Jaejoong bajó la
mirada. Las cosas tendrían que cambiar entonces; no podía dejar de verse con Shirota
ya que eso era indispensable para su plan, pero tampoco podía dejar que Yunho
lo supiera y se atreviera a vengarse de él acercándose a Carmen. El castaño podía
sentir los celos quemándolo por dentro con tan solo pensar en la posibilidad.
Lo conocía bien, y sabía que era muy capaz de hacerlo. Mordió su labio inferior
pensando en lo que debía decir. Aquel gesto estuvo a punto de hacer enloquecer
al Slytherin.
- No hablaré más con Shirota,
lo prometo.- mintió sin tener ninguna otra opción.
Los ojos pardos de Yunho
se clavaron en él penetrándolo. Sus labios aún rozaban contra los de él cuando
le dijo, casi en un susurro, algo que no olvidaría jamás.
- No te atrevas a
mentirme...-dijo con firmeza insólita. - Porque si me engañas, no te lo
perdonaré nunca.
Lástima que no pudo prever
los desastres que produciría aquella simple afirmación.
Cuando Min entró a la sala común acompañado por Jonghyun
se encontró con Junsu sentado en el sillón. Sus ojos miel se fijaron en él con
severidad amenazadora que el pelirrojo logró captar con facilidad. Jonghyun
permaneció de pie, en una esquina, incapaz de expresar ninguna clase de gesto
ante la situación.
- McGonagall habló
conmigo hoy.- dijo Min caminando hacia su hermano. - En qué estás pensando!
Dímelo! Quisiera estar dentro de tu cabeza un solo segundo para poder
entenderte! Qué es lo que quieres!
Junsu fijó sus ojos
vacíos en él.
- No lo sé.- dijo con
una voz tenue, como de quien se encuentra terriblemente confundido.
- No te preocupes.-
dijo Min. - Ya lo sabrás. Me encargaré personalmente de que así sea.
El pelirrojo rió
tristemente.
- Y qué piensas hacer?
- Por lo pronto, ya
hice lo que debí haber hecho desde un principio Junsu; llamé a mis padres.
El corazón del Gryffindoriano
se detuvo mientras se levantaba del sillón con brusquedad. Sus ojos miel se humedecieron
mientras que las palabras parecían no poder salir de su garganta ¿A sus padres?
No! Cómo pudo ser capaz de hacerle eso! Él no quería que ellos lo vieran en
aquel estado! No quería! No! Sintió cómo todo su mundo comenzaba a derrumbarse
y por un momento creyó que se desvanecería irremediablemente. Para su sorpresa,
sus piernas soportaron más de lo que pensó.
-Vendrán en cualquier
momento, tal vez mañana o pasado; lo importante es que vendrán.
- Te odio.- dijo él
con ira pura en sus venas.
- No me importa si me
odias o no Junsu, el punto es que no voy a quedarme con los brazos cruzados
viendo cómo destruyes tu vida! Me da mucha pena que quieras caer en ese abismo
al cual te has dirigido durante todo este tiempo, lo siento de verdad, pero si
tengo que atarte así sea con cadenas para que no caigas, no dudes que lo haré.
Si me odias, no me importa, pero mientras viva no voy a dejarte caer me
entendiste! Vas a pasar el año quieras o no, vas a regresar a tu vida normal
así sea lo último que haga! Y si tengo que llegar a medidas extremas para
lograrlo, no dudes que lo haré.
Con esto el pelicastaño
subió las escaleras hacia los dormitorios.
Junsu dejó que las
lágrimas cayeran por sus mejillas. Se sentía tan solo ¿Por qué su hermano
seguía empeñándose en salvarlo ¡Él no quería salvarse! Lo único que quería era
desaparecer…desaparecer para siempre.
Solo hasta entonces
notó la presencia de Jonghyun, quien lo miraba fijamente a unos metros del
salón. Sus ojos aceituna estaban fijos en él, despidiendo un sentimiento que no
fue capaz de reconocer. Pronto caminó hacia él, y contra toda ley prevista,
lanzó una bofetada que obligó a Junsu retroceder y soltar un pequeño grito de
dolor. Al volver el rostro se encontró con la mirada rencorosa de quien una vez
fue su amigo.
- No sé quién eres,
porque sin duda alguna Junsu no está en ti, por eso te voy a advertir una sola cosa;
si tú quieres destruir tu vida, hazlo, pero no le hagas daño a Jinki. Aléjate
de Yoochun, aléjate de todos!- dijo Jonghyun con decisión en sus ojos.
Después de aquellas palabras
el moreno subió corriendo, dejando al pelirrojo en un estado de dolor supremo.
Ya lo había perdido todo, no le quedaba nada. Entonces, ya era tiempo...
- Lograste destruirte Junsu…ahora,
termina lo que comenzaste.- se dijo mientras sollozaba.
Cuando Kim Hyun Joong sintió la puerta abrirse se
sorprendió por la puntualidad. Normalmente, aquello no sucedía jamás. Jaejoong
entró algo nervioso y evitando la mirada penetrante de Yunho, que parecía
taladrarlo en el intento de averiguar lo que pensaba. Lo que le había dicho
fuera había sido exactamente lo que estaba dispuesto a hacer; no iba a tolerar
un engaño de su parte, si él le mentía se encargaría de hacer que lo sintiera.
- Listos?- preguntó Kim
Hyun Joong rompiendo con el silencio incómodo.
- Sí.- dijo Jaejoong
avanzando hacia el libro.
Yunho se soltó aún más
la corbata y caminó para quedar frente al Gryffindoriano. Él miró al suelo, y pronto
una ráfaga de viento los tragó.
Ambos cayeron al
suelo, mas aquel piso era completamente distinto al que conocían. Jaejoong
levantó la cabeza y notó a muchas personas en trajes de gala, bailando en un
gran salón decorado a lo barroco. La música instrumental llegaba a sus oídos
como suave melodía natural, y la luz fuerte de las ornamentales lámparas que
colgaban de los tejados lo cegaron por unos instantes. De no haber sido porque Yunho
lo levantó no se hubiera levantado nunca ante tal confusión.
- Estamos en la casa
de Cho.- dijo el morocho obligándolo a reaccionar. - Es la fiesta.
Jaejoong miró a su
alrededor y notó que el Slytherin tenía razón. Todos pertenecían nada más y
nada menos que a la clase social más privilegiada de la sociedad. Por un
momento, el Gryffindoriano se sintió enfermo en aquel ambiente ambiguo,
completamente falso y superficial en el cual él no encajaba para nada.
Seguramente así debía estarse sintiendo Heechul, pero ¿dónde estaba él?
Fue entonces cuando
divisó a Siwon, quien hablaba con Kim Hyun Joong sentado en una de las mesas
mientras un mesero servía champagne en las copas propias de los invitados. Yunho
y Jaejoong se acercaron.
- No puedo creer que
hayas venido.- comentó Hyun Joong. - No crees que ya te estás pasando con todo
esto del venganza?
- No fui yo quien
insistió en venir, fue Heechul.- se justificó el morocho mientras que con la
mirada buscaba a Carmen entre la multitud.
- Y se puede saber
dónde está tu esposo?
- No llega aún. Está
muy extraño, dijo que se iba a tardar así que vine primero.- argumentó él
paseando sus ojos pardos por todo el lugar.
- Claro, y tú
aprovechaste para llegar antes no es así? No te entiendo. Tienes a una persona
maravillosa en tus manos y lo único que haces es fijar tus ojos en esa
desvergonzada.
Pero Siwon no
escuchaba las palabras de su amigo. Sus ojos se habían quedado fijos en la
despampanante pelirroja que cargaba un vestido largo de color dorado, lo que
provocaba la extraña sensación de que brillaba entre los invitados. Sus ojos
verdes se clavaron en él y una sonrisa se dibujó en la comisura de sus labios
rojo color sangre. Siwon permanecía aturdido.
La voz de Andrés Cho
lo sacó de su ensueño.
- Es un gusto verte
por aquí Siwon! Te he buscado desde hace varios minutos y por un momento creí
que no habían llegado aún.- dijo saludándolo sonriente.
Siwon esbozó una media
sonrisa, como de quien realmente no está contento con el encuentro y se levantó
para devolverle el saludo.
- Imposible que
faltáramos. Heechul está...
- Si! Claro, Heechul está
allá.- dijo Andrés señalando la gran entrada del salón.
A Siwon le faltó el
aire.
Sus ojos pardos brillaron
intensamente ante lo que había acabado de vislumbrar. Entre los invitados, una persona
de cabello castaño y ojos marrones intensos lo miró y sonrió a Andrés como
saludándolo desde la distancia. Su cabello, recogido en una media cola, dejaba
caer unos rizos delicados sobre sus hombros. Su vestido era un claro color
piel, exactamente del color de la piel del castaño. Por un momento, Siwon creyó
estar viéndolo desnudo. Así, suave y delicado como una brisa ligera entró
llamando la atención inmediatamente. Todos lo señalaban y comentaban su
belleza, la cual sin duda era distinta a la de Carmen, más existía. La del
pelirroja era arrolladora, la de él era enigmática. Dos tipos muy diferentes. Pronto
todos dejaron de verla para volver a sus asuntos y de vez en cuando posar sus
ojos en Carmen, quien volvió a ser el centro de toda la atención minutos
después.
Heechul se acercó y Andrés
se inclinó al tenerla al frente.
- Es un gusto tenerte
por aquí Heechul, estás bellísimo.- comentó Cho impresionado.
- Gracias, no tanto
como mi hermana.- dijo sonriendo con pureza y desenvoltura. - Espero que te
guste mi regalo, lo dejé con Mika en la entrada.
- No te desprendes de
tu criada no es así?- dijo Andrés sonriendo divertido.
- Es mi amigo.-
respondió él.
- Lo entiendo, yo
también suelo tomarle aprecio a los que trabajan para mí.- comentó Andrés. -
Pues bien, iré a ver a Carmen, los dejo.
Con esto se fue
perdiéndose entre la multitud.
A Siwon aún le costaba
salir de su asombro. Sus ojos lo recorrían entero sin poder dejar de imaginarlo
entre sus brazos, sin vestido.
Sonrió ante tan
perversa idea, mas pronto los celos lo invadieron; no debía ser el único en el
lugar que lo imaginaba de aquel forma, menos con aquel vestido. Hasta cierto
punto llegó a molestarle, ya que igual que todos los invitados, él desconocía
por completo cualquier tipo de rasgo íntimo del castaño. Él resultaba igual que
el resto de los presentes. Era tan solo un admirador que no podía hacer más que
ver la obra, sin tocarla. Heechul fijó sus ojos en él y habló.
- Me imagino que has
estado buscando a Carmen no es así?- inquirió. - Me temo que seré tu peor
pesadilla esta noche, no te dejaré un solo momento. No vas a poder hablar con él
si es eso lo que...
Pero el morocho lo
interrumpió como si no hubiera escuchado nada de lo que él había dicho.
- En qué estabas
pensando cuando te pusiste ese vestido?- preguntó mirándolo de arriba abajo
nuevamente. De sus ojos salía fuego interno que Heechul había logrando encender
con facilidad.
Él rió.
- Yoona me lo trajo de
París hace dos años. Nunca quise usarlo porque me pareció demasiado…llamativo,
por decirlo de alguna manera.
Siwon se acercó a él
para hablarle en casi un susurro.
- Llamativo? Acabas de
pervertir la mente de todos los hombres presentes Heechul, no sé qué es lo que
pretendes con esto.
El castaño pestañeó
varias veces.
- No entiendo lo que
estás tratando de decir pero no me está gustando.- dijo él sonrojándose. Siwon
se exasperó, por un momento casi olvida que Heechul era tan inocente como un
niño; seguro que no comprendía el poder que tenía aquel vestido sobre los hombres.
- Verte con esa clase
de color encima, con ese vestido que parece acariciar tu cuerpo y caer en línea
recta...da la perfecta impresión de verte sin ropa Heechul.
El castaño se
escandalizó.
- Estoy perfectamente
cubierto!- exclamó él. - Carmen muestra más de lo que yo.
- Sí lo sé, pero ese
color...olvídalo! Jamás lo vas a entender! Tendrías que estar en la mente de un
hombre normal y eres demasiado puro como para imaginarlo siquiera.
Heechul se desentendió
del problema y volteó para encontrarse con los ojos verdes de su hermana fijos
en ellos. Se volvió y miró a Siwon de frente.
- No quiero que la
mires.- ordenó. - Hoy voy a terminar con todo ese asunto de raíz.
Siwon rió
sarcásticamente.
- Yo no recibo órdenes
de nadie, así que no me digas lo que tengo que hacer o no, te parece?- acotó el
morocho.
- No, no me parece.-
dijo él mirándolo con intensidad.
- Quieres bailar?
- Qué?
- Que si quieres
bailar.- repitió él algo fastidiado.
- No.- dijo él
volteando el rostro como niño caprichoso.
Siwon dejó salir un
respingo.
- Pues yo sí.- agregó y con
esto lo tomó de la cintura y lo llevó a la pista de baile.