Cap. 43 - Confesiones

Hola chicas:

-la autora se oculta tras un sofá por si sus lectoras desean matarla o algo similar- Se que no tengo palabras para justificar mi ausencia de mas de dos meses del blog. En mi defensa quiero agradecer a las niñas preciosas que me pedían actu, tuve muchos problemas de trabajo. Estuve atareada en la universidad y con mis practicas preprofesionales. Salia de casa a las 7am y llegaba casi a media noche.

Ahora que mi horario esta un poco mas holgado prometo regular las actualizaciones yo sola puesto que mi beta ya no tiene tiempo para ayudarme a concretar este proyecto. Gracias por su apoyo. Aquí les dejo la actu.

Cap. 43 - Confesiones

- Lo haré.- dijo Leeteuk. - Aunque me cueste la vida.

Jaejoong caminaba por los pasillos de Hogwarts. Taemin no aparecía por ninguna parte, lo había buscado en todos los lugares que él frecuentaba. Paró en una esquina y trató de regularizar su respiración, la cual se había vuelto bastante agitada ¿Dónde estaba ¿Y por qué sentía una presión en el pecho? Aquello no estaba bien, no sabía por qué pero no estaba nada bien. A unos metros vio la puerta que daba a las afueras de Hogwarts, y pudo ver a su mejor amigo arrimado a esta. Su cabello rojo lo distinguía del resto que salía a tomar un poco de sol antes del siguiente examen.

Jaejoong caminó hacia él.

Changmin tenía la mirada extrañamente perdida cuando el castaño se sentó en uno de los escalones. Él parado, lo miró desde las alturas y luego volvió a ver al vacío.

- Te pasa algo?- preguntó Jaejoong. - Te desapareciste de repente mientras entrábamos a la sala común.

- Es Taemin.- dijo Min inmediatamente. - Acabo de hablar con uno de sus amigos de Ravenclaw y dice que no fue a dar los exámenes. Nadie lo ha visto, nadie sabe de él…me está preocupando.

Jaejoong esbozó una sonrisa algo irónica, pues le parecía un error por parte de Min llamar "amigos de Taemin" a aquellos chicos de Ravenclaw que lo único que hacían era buscar la menor excusa para acercarse al pelicastaño. Ellos eran los que habían vivido insultando y minimizando a Taemin, y aún lo seguían haciendo, solo que descarada e hipócritamente. Ninguno, por supuesto, soñó que alguien tan "insignificante" como Lee Taemin podría atraer a un chico de séptimo, Gryffindoriano, jugador de Quidditch, como lo era Changmin Shim.

- A mí también me preocupa, teníamos cosas de qué hablar y me dijo que lo haríamos, y es demasiado extraño que Taemin desaparezca de esta forma sin decir absolutamente nada.- dijo el castaño frunciendo el entrecejo.

Min fijó sus ojos en él.

- Y qué tenías tú que hablar con Taemin?- preguntó curioso.

Jaejoong se aclaró la garganta.

- Cosas de amigos Changmin, no seas tan metido.

Este miró al cielo y pudo ver cómo la tarde ya casi llegaba pegando fuertes rayos de sol sobre los cristales y paredes del castillo. Sus ojos miel bajaron nuevamente y metiendo ambas manos en sus bolsillos dio media vuelta con actitud decidida y firme.

- ¿A dónde vas?- gritó Jaejoong al verlo entrar y dejarlo solo.

- A encontrar a Taemin así me cueste desarmar este colegio.

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Junsu entró a la sala común con rapidez y dejó sus libros sobre la mesa. Miró a su alrededor y notó que Yoochun se encontraba escribiendo en uno de los sillones de la sala. Sus ojos verdes fijos en el cuaderno, ni siquiera habían notado la presencia del pelirrojo; o al menos fingió no notarlo.

- Yoochun, haz visto a Jaejoong?- preguntó Junsu con aparente impaciencia.

El moreno levantó la mirada y por un instante el pelirrojo sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. Solía sucederle cuando Yoochun lo miraba de aquella forma, tan penetrante.

- Ahora debe estar dando su examen de Aritmancia.- dijo casualmente.

- Y sabes si él tiene esa clase con algún Slytherin?- preguntó él.

- Para qué quieres hablar con un Slytherin?- dijo Yoochun cerrando su cuaderno. - Al menos que esté contigo uno de ellos en esa sociedad…

- Ya no pertenezco a eso.

Los ojos verdes de Yoochun brillaron. Aparentó no sentirse aliviado por la noticia, sino más bien queminportista. Se levantó del sillón y dejó el cuaderno sobre la mesa. No pudo sentir cuando Junsu caminó hacia él hasta colocarse a su lado.

- Por favor, necesito que me respondas.- continuó él. – Conseguiré la información de cualquier otra forma y lo sabes.

- No lo sé.- concluyó él. - Nunca le he preguntado con quienes tiene esa clase.- dijo mientras organizaba sus libros. - Entonces, qué te hizo dejarlos?

Los ojos miel de Junsu se fijaron en él.

- No tienes que fingir que no te emociona saber que ya no estoy dentro.- le dijo. - Eres muy malo actuando.

Yoochun sonrió.

- Enserio?

- Sí, muy malo.

- No puedo negar que nunca me gustó esa sociedad.

- Como sea, debo irme, si ves a Changmin no le digas que me viste.- dijo Junsu mientras daba media vuelta, pero entonces se vio obligado a volver, pues Yoochun lo había sujetado por la cintura y pegado a él repentinamente.

Junsu no dijo nada, sus ojos se quedaron clavados en los verdes del moreno mientras sus narices se rozaban. Él cerro los ojos, sintiendo el cálido aliento del pelirrojo mezclarse con el suyo, su aroma, la suavidad de su piel. Necesitaba tanto tenerlo así, simplemente no podía vivir ya sin él. Sus labios encontraron los de Junsu, y se unieron intensamente. No había duda alguna, lo que ellos habían vivido y sentido era demasiado fuerte como para ser roto; habían pasado por absolutamente todo, y aún seguían queriéndose. Yoochun solo podía encontrar alivio a su soledad en los brazos del pelirrojo, y Junsu solo podía sentirse con vida cuando estaba junto a él. Estuvieron así durante varios minutos, hasta que sus labios por fin decidieron separarse. Yoochun fijó sus ojos verdes en él, irradiaban fuego que nuevamente hicieron que sintiera un escalofrío recorrer su cuerpo. Con voz baja, casi en un susurro le dijo:

- Le voy a decir a Changmin.

Los ojos de Junsu se abrieron instantáneamente. Podría haber jurado que durante esos breves segundos su corazón literalmente dejó de funcionar. Todo se puso nublado, y la confusión llegó a su mente con un mar de ideas abrumadoras.

- Qué?

- Ya no me importa.- dijo el moreno.- Changmin es mi mejor amigo, y por lealtad hice todo para olvidarte, absolutamente todo lo que estuvo en mis manos. Pero no pude, no puedo olvidarte. Y no pienso seguir fingiendo toda mi vida que no te quiero porque no es así, me cansé de fingir, me cansé de mentir.

Junsu pudo poner en orden su mente para cuando Yoochun hubo terminado. Su dedo índice se levantó para impedir que él siguiera hablando, posándose en sus labios y sellándolos. Él lo miró, y juntando todo el valor posible habló con serenidad y una dulce sonrisa en su rostro.

- No Yoochun, tú no le dirás nada a Changmin.- dijo suavemente. - No lo harás porque cuando sea el momento, lo haremos juntos. Pero ahora, ahora Yoochun, ni tú ni yo estamos listos. Lo que ha pasado este año nos ha demostrado que debemos madurar, que hay muchas cosas que debemos enfrentar. Nuestros fantasmas, nuestros miedos...debemos reconciliarnos con nosotros mismos antes de lanzarnos a cualquier cosa...

- Junsu, yo debo buscar a Lee Soo Man, debo derrotarlo...no te pediría jamás que me acompañaras en ello.

- Lo sé, yo lo haría sin dudarlo Yoochun, pero sé que tú jamás me dejarías. Hay cosas que tú tienes que hacer y que yo debo hacer. Pero al final de todo este camino, yo siempre voy a estar aquí, esperándote.

Yoochun sonrió y acarició la mejilla de Junsu.

- Entonces le diré a Changmin cuando tú lo quieras, o siempre puedo sobornarlo con comida.

Ambos chicos rieron.

Junsu cerró los ojos y le dio un pequeño beso.

- Sé lo que vas a hacer mañana, a penas salgamos de Hogwarts, y no sé por cuánto tiempo te veré...

- O si me volverás a ver...

- No; yo te volveré a ver. Tu no vas a morir Yoochun está escrito...no lo hiciste antes y no lo harás ahora.

En ese entonces Junsu estuvo muy seguro de sus palabras, pero años después, cuando sus ojos miel se posaran en el cuerpo de Yoochun sobre una camilla de hospital, sus convicciones se romperían y el miedo invadiría su sangre.

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Sara caminaba por el campo de Quidditch, inmersa en sus pensamientos, tratando de recordar qué había hecho mal; qué movimiento había fallado de tal forma en la que Yoochun Park había acabado tomando la Snitch entre sus dedos. Pateó con fuerza la tierra y formó puños con sus manos. No estaba acostumbrada a perder. Su estancia en Hogwarts no había sido para nada agradable, no había conseguido nada de lo que había querido. Aquel chico de Slytherin, Yunho Jung, que por alguna razón la atraía tanto parecía más interesado en ese chico de Gryffindor cuyo nombre no sabía pero tan solo verlo le repugnaba. No sabía por qué, pero desde la primera vez que posó sus ojos en el castaño lo detestó con tal fuerza que no podía entender de dónde provenía tanta ira. Sus ojos verdes se fijaron en un alumno que, misteriosamente, se internaba en el bosque prohibido.

"Bosque prohibido" pensó.

Sí, lo recordaba aún. Dumbledore les había advertido a ella y a las de su equipo que no se acercaran, menos en la época en la que se encontraban. Pero entonces ¿qué hacía ese chico entrando allí? Por la túnica verde supo que pertenecía a la casa de las serpientes. La curiosidad movió a Sara Toscanini a seguirlo, ignorando incluso el peligro que podía acecharla.

Quizás fue un repentino sentimiento de valor, tal vez demasiada curiosidad que soportar, o a lo mejor, es que ya aquello estaba escrito.

Sea como fuere, Sara se internó en el bosque, siguiendo el camino de ramas y hojas caídas por el que caminaba aquel misterioso alumno. Pasaron algunos minutos hasta que se detuviera, y observara ante él una cabaña pequeña, como la del velador y profesor de Hogwarts, cuyo nombre no recordaba con exactitud, debía ser algo como Hagrik...o Hogrid...

El Slytherin entró cerrando la puerta tras de sí, y Sara supo inmediatamente que algo andaba mal. Caminó con delicadeza, cuidando no pisar ninguna rama u hoja seca. Casi en puntas llegó a la cabaña, y así mismo, se acercó a una de las ventanas muy disimuladamente; procurando a toda costa no ser vista. Aquel había sido un juego para Sara hasta ese momento, un juego del gato y el ratón, un juego de niña caprichosa que no podía quedarse con la duda. Pero cuando vio el cuerpo atado y amordazado de un rubio que parecía inconsciente supo que el juego había acabado, y que lo que tenía en frente era probablemente, la escena más terrorífica que jamás presenciaría en su vida.

Su sangre se congeló.

El juego había acabado.

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Jaejoong cerró la puerta de la biblioteca tras de sí. Miró el reloj que colgaba de una de las paredes de la biblioteca y respiró con tranquilidad. Eran las seis en punto.

Yunho estaba sentado en una de las mesas, parecía bastante pensativo cuando la voz de Jaejoong lo sacó de todos sus pensamientos.

- Estás ahí?- dijo moviendo sus manos para llamar la atención del morocho.

- Sí, es obvio no?- dijo bajándose del mesa y caminando hacia él.

- Es que, te vi bastante...mm, inmerso en tus pensamientos.- dijo el castaño.

- Cómo está la herida de tu brazo?- preguntó él cambiando de tema y tomando el brazo de Jaejoong, levantando la manga de su camisa.

- Está bien.- dijo él mientras le enseñaba la cicatriz. - Parece que eso va a quedar ahí para siempre...

- Parece que sí.- dijo el morocho mientras que con sus dedos acariciaba la piel del castaño. Quizás nunca más podría sentirlo bajo sus manos.

Jaejoong tembló ante el roce del Slytherin, era increíble como, a pesar de que ya había pasado tanto tiempo, él seguía reaccionando igual a cada una de sus caricias. Yunho fijó sus ojos con intensidad en los de él, y eso fue suficiente como para aterrorizar al Gryffindoriano, quien sabía perfectamente lo que esas miradas conllevaban.

- Ya es tarde.- dijo y soltándose de él caminó hacia la sección prohibida.

Hyun Joong, como siempre, los esperaba sentado en una de las mesas. Su rostro denotaba consternación, como de quien sabe que el final está cerca, y desea con toda su alma que tenga el desenlace debido.

- Ya está, cuando vean cómo mueren, los retrocederé minutos antes para que cambien lo sucedido.- dijo él caminando de un lado a otro.

- Cómo cambiarlo si no nos pueden ver ni escuchar.- dijo Jaejoong.

- Ahí está el dilema, pero pueden mover cosas, pueden cambiar las cosas de lugar; tendrán que depender de ese único poder.- dijo Hyun Joong mientras abría el libro nuevamente. - Suerte, y por favor, tengan cuidado.

Ambos asintieron y se vieron tragados por un remolino que los llevaría a su último viaje al pasado.

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Taemin abrió los ojos con dificultad. Sentía los párpados pesados y el cuerpo adolorido. Sí, recordaba haber despertado algún tiempo atrás, recordaba haber llorado y gemido en busca de ayuda y haber desfallecido. Tenía la esperanza de que aquello hubiera sido una pesadilla, una terrible pesadilla, pero ahora veía con terror que no era así. Recordaba, sí, recordaba bien, haber bajado de la tribuna y después todo era confuso. Hangeng nunca apareció, solo una luz que sabía bien era un hechizo dirigiéndose hacia él. Humedeció sus labios rosas, delicados y ahora sedientos. Con asombro notó que ya no estaba amordazado, ya ni siquiera estaba atado. Se sentía débil, extremadamente débil. Sus cabellos dorados se despegaron del gran sillón mientras se sentaba, y observaba a su alrededor. Estaba en una cabaña, bastante amplia y aún así reducida. No había mucho mobiliario, todo parecía viejo y roído. La luz apenas lograba penetrar por las ventanas, y ésta era roja; la luz rojiza que proyectaban los rayos de un sol que estaba a punto de ponerse. Supo que habían pasado varias horas, que ya estaba a punto de oscurecer ¿Qué estaba sucediendo? Sus ojos celestes, puros e inocentes se fijaron entonces en una silueta que se encontraba en una esquina, que se había mantenido ahí, observándola, quizás por un tiempo indefinido. Hizo gran esfuerzo para poder ver quién era, pero le era imposible. Humedeció sus labios mientras que el miedo se reflejaba en su rostro angelical. Parecía un ángel encadenado, un ángel atrapado. Con voz temblorosa y suave...dulce, como la de una melodía, y ojos húmedos habló:

- Quién es? Por qué estoy aquí..? Por favor...quiero irme...- dijo sin saber qué más decir.

La voz, desde la oscuridad le habló.

- Te irás Taemin, nos iremos juntos para siempre de este podrido mundo.-respondió una voz maniaca, que él reconoció a pesar del distorsión que le daban sus intenciones.

- Hangeng?- dijo mientras gruesas lágrimas corrían por sus mejillas.

Hangeng caminó hacia la ventana y la luz roja cayó de frente sobre su rostro. Sus ojos claros brillaban con una intensidad casi morbosa, sus músculos faciales permanecían tensos y sus pupilas dilatadas. Él sintió terror, pues supo casi de inmediato que estaba en manos de quien no tenía cordura propia. Más lágrimas cayeron por su rostro porcelánico, ahora todo su cuerpo temblaba; parecía una paloma herida, a punto de morir.

- No tienes idea, de cuánto amo el sonido de mi nombre sobre tus labios...- dijo él mirando por los cristales del ventana. - Es un sonido celestial...casi divino.

Taemin sollozaba, tenía los dedos incrustados en el sillón. Parecía aterrado, y sí que lo estaba.

- Pero lo divino, no es para mí verdad?- dijo Hangeng mientras fijaba ahora su mirada en él. Era una mirada demente, frenética. - Es para Shim. Crees, Taemin, que no soy digno de lo perfecto? Lo crees!- gritó repentinamente y Taemin solo puso pegarse más al sillón mientras lloraba sin control alguno.

- Hangeng...no, por favor, no.- pidió él con voz quebrantada, casi sin poder pronunciar palabra debido a las lágrimas que brotaban por sus ojos celestes.

- No...Yo no soy digno de lo perfecto. Iba a hacerte mi rey, todo iba a ser para ti...y tu, tú me traicionase...me traicionaste igual que todos!- gritó mientras sus ojos se enrojecían, lágrimas comenzaban a caer por éstos. - Yo confié en ti...y tú me hiciste débil!

Taemin seguía llorando. No comprendía absolutamente nada, solo podía sentir el terror llenar su corazón de cristal, y sus alas mancharse de sangre. Podía sentir el mal, sí; Taemin no lo entendía, pero podía sentirlo. En su mente solo estaba Changmin, y no podía comprender por qué él no estaba allí, con él.

Min, por qué no estás conmigo? - pensó mientras seguía llorando. Temía, sí; pues tanta maldad para un ser puro era insoportable.

Hangeng se dejó caer al suelo, arrodillado al pie del Sillón en donde Taemin se encontraba. Sus ojos, llenos de lágrimas, lo miraban con devoción. Estiró su mano hacia él, y Taemin retrocedió dejando salir un grito de temor. Hangeng dejó caer su mano al suelo, y con fuerza golpeó la madera con ambos puños.

- Es que ni siquiera soy digno de tocarte! Ni siquiera eso Taemin! RESPÓNDEME!

Pero él solo pudo llorar con más intensidad, ahí, arrinconado en la esquina del sillón, dejando caer sus cabellos dorados por su cuerpo.

- Pero no te preocupes, pronto estaremos juntos...para siempre..

Y fue solo entonces cuando Taemin sintió el olor a gasolina por toda la cabaña.

Mientras esto sucedía en el bosque prohibido, Ryeowook  caminaba por los pasillos de Hogwarts hacia su sala común sin siquiera imaginar lo que le esperaba. Una mano lo detuvo obligándola a voltear.

- Suéltame Shin!- dijo asqueado mientras se soltaba y limpiaba el brazo.- Ahora tendré que bañarme para que no se me pegue lo vulgar...

- Es Shim en primer lugar, y en segundo no tengo tiempo para responder tus infantiles afirmaciones de tipo idiota y descerebrado porque eso SÍ sería ser vulgar.- aclaró el pelirrojo con desesperación. - Ahora hay cosas mucho más importantes qué discutir.

- No tengo absolutamente nada que discutir con un Shin.- dijo estúpidamente el moreno mientras daba media vuelta y seguía su camino.

La voz de Junsu sonando por el pasillo lo detuvo en seco.

- Van a poner bombas en tu sala común.

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Mika abrió la puerta saltando de los nervios. Había visto desde las ventanas de la planta alta a Siwon y a Heechul entrar por la gran puerta. Había temido tanto que en la guerra resultaran heridos de muerte. Cerró la puerta rápidamente una vez que ambos entraron, como si temiera que un Goth pudiera aparecer repentinamente.

- Señor! Mi señor!- dijo Mika sosteniéndose el pecho del angustia.- Está usted bien? Están bien? Señor?

Pero ninguno de los dos parecía escucharlo. Yunho y Jaejoong habían logrado entrar justo antes de que Mika cerrara la puerta y parecían estar agotados. Heechul estalló en gritos.

- Quién eres tú para decirme lo que tengo que hacer o no! Dime quién!

- Soy tu marido aún! O tengo que recordártelo cada cinco segundos!- exclamó Siwon soltando su espada y dejándola caer al suelo con un ruido estridente. - Yoona me pidió que te protegiera, y es mi deber velar por ti al menos hasta que se disuelva nuestro matrimonio!

- Tu deber?- dijo Heechul indignado mientras sus ojos se llenaban de lágrimas. - Tú deber Siwon? Te libero de cualquier deber que tengas conmigo! Te libero! Puedes ir libremente a buscar a Carmen! Éso no es un "deber" no es así!

Heechul ya no podía más, las lágrimas caían por su rostro no solo por el dolor que sentía, sino por rabia; sí, rabia de verse tan vulnerable y débil.

Siwon no comprendía.

- No metas a tu hermana en esto Heechul, hace mucho tiempo que dejó de importar en nuestros asuntos.

- Eso es mentira!- gritó Heechul. - Nunca ha dejado de estar! Y nunca existió "nuestros asuntos"! siempre fui un objeto para que tú pudieras llevar a cabo una venganza estúpida y sin sentido! Yo soy el que en primer lugar nunca debí haber estado dentro de este problema! Fui un estúpido al creer que de repente yo podría llegar a importarte, fui demasiado estúpido...

Siwon lo miró indignado.

- De qué estás hablando! Debes estar completamente loco Heechul! Eres el único hombre que conozco que juega con mi mente de esta manera! Lo único que haces es confundirme, no puedo entenderte ni quiero hacerlo. Eres peor que Carmen.

Eso era más de lo que Heechul podía soportar.

- Te odio Siwon! Juro que te odio!- gritó mientras caminaba con furia hacia la puerta, mas él lo detuvo inmediatamente.

- Ódiame todo lo que quieras, no me importa. No te voy a dejar dar un solo paso fuera de esta casa.

Fue entonces cuando de la puerta que daba hacia la cocina apareció Hyun Joong, parecía bastante agitado y nervioso.

- Hyun Joong?

- Entré por la puerta trasera.- se explicó él. - Están bien?

- Sí, la guerra...

- La guerra en el límite con los vampiros ha terminado; Kyuyong, Jungmin y los muggles ganaron.

Heechul dio un respiro de alivio.

- Y Kyuyong está bien? Jungmin?

- No sé si se encuentran bien, pero la noticia de que han ganado me ha llegado ya.- dijo Hyun Joong. - Por cierto ¿dónde están los guardias de la entrada y la puerta trasera? Al llegar no los vi por ninguna parte... ¿No deberían estar resguardando la mansión?

- Deberían.- dijo Siwon. - Tampoco yo los vi. Parece que se fueron, quizás a proteger a sus propias familias.

- Entonces este no es un lugar muy seguro tampoco. Deben irse.

- A dónde? Ahora el mejor lugar es este, no existe otro. Estamos igual de expuestos aquí que en cualquier otra parte.- dijo Siwon.

Kim Hyun Joong tomó una espada.

- Yo debo ir a mi casa, mamá está entrando en histeria. No te importa si me llevo esto no es así?

- No.- dijo Siwon. - Llévatelo. Y ten cuidado en el camino.

"Esas serían las últimas palabras que yo escucharía por parte de Siwon el resto de mi vida"

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Sara Toscanini entró a la sala común Gryffindoriano cuando todas sus compañeras salían dirigiéndose al tren que las llevaría a su colegio de veelas. Algunas la detuvieron, pero las empujó incapaz de hablar, incapaz de decir absolutamente nada. Cuando llegó al centro del sala y sus ojos se fijaron en el cabello rojo de Changmin Shim, su corazón pareció volver a latir y su sangre volver a correr con normalidad, más las lágrimas no pudieron dejar de salir y recorrer su perfecto rostro. Corrió hacia él, y habló casi sin coherencia, sin sentido...pero sabía que Min iba a entenderla, tenía que entenderla.

- Tu novio...el Ravenclaw, le están haciendo daño...en la cabaña del bosque, muy lejos del campo de Quidditch. Un Slytherin era un Slytherin!

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Jaejoong fijó sus ojos en el reloj que colgaba de la pared. En el pasado ¿existía el tiempo? Aquel pregunta no tuvo nunca respuesta pues la voz de Heechul, quien había tomado asiento en uno de los muebles de la sala sonó por el lugar, acaparando su atención por completo.

- Cuando todo esto termine quiero sacar mis cosas de aquí y llevarlas a mi casa.- dijo él sin mirar a Siwon.

- Cuando esto termine, podrás hacer lo que quieras.- dijo él fríamente.

- Te puedo pedir un último favor? Aunque sea, por todo este infierno que me has hecho vivir lo cumplirías?

Siwon fijó sus ojos en él.

- Dime.

- Quiero que te alejes de Carmen.

Siwon rió incrédulo ante aquella frase en forma de petición.

- No lo tomes como una broma.- exigió él.- Tú no le haces bien a mi hermana, ni la quieres ni ella a ti. Solo estás obsesionado con ella que es distinto...

- Yo no estoy obsesionado con tu hermana Heechul! Te dije que no la metieras en esto, ya basta! Es un tema cerrado.

- No está cerrado Siwon, no lo está. Si lo estuviera, no habrías ido en la mañana a buscarla.- dijo él con voz apagada, serena, pero que denotaba un profundo dolor.

Y los ojos pardos del morocho se encendieron con una llama de esperanza repentina.

- Por eso me dijiste todo lo que me dijiste en la casa de Yoona? Fue por eso?- preguntó él mientras caminaba hacia él y tomándolo de los brazos lo levantaba, obligándolo a mirarlo de frente. - Respóndeme! Fue por eso!

Heechul se soltó de él con rabia.

- Por qué más podría ser!- le dijo con los ojos llenos de lágrimas. - Debiste haber dejado que yo me fuese la noche anterior y no permitir que yo...

Pero en el rostro de Siwon lo que ahora se dibujaba era una sonrisa. Era como si la felicidad hubiera llegado a él repentinamente.

Y así mismo se iría.

Heechul se había callado, al principio Jaejoong no comprendió por qué, pero entonces notó que los ojos del castaño estaban fijos en la escalera, justo detrás de Siwon. El morocho se volteó, y sus ojos pardos de inmovilizaron ante la figura de un hombre alto, de tez pálida y rígida, que con ojos rojos y furiosos los miraba a ambos, sosteniendo entre sus brazos, el cuerpo inerte de Zulema.

La sangre de Jaejoong se congeló, retrocedió unos pasos y chocó contra Yunho, quien permanecía estático e inexpresivo. Sus ojos pardos se fijaron en los de él.

- Tenemos que verlo antes de cambiarlo.- dijo firmemente. Y Jaejoong supo que no había otra salida.

Sus ojos marrones volvieron a fijarse en la figura oscura de la escalera. Su gran túnica negra caía por su cuerpo, su cabello castaño por su frente pálida y sus ojos, comúnmente negros, ahora destilaban rayos rojizos. Su expresión facial era tensa; Sirón observaba a Siwon y a Heechul con rabia, ira...odio quizás. El cuerpo de Zulema entre sus brazos permanecía intacto, como si tan solo se tratara de una noche de ensueño y no de muerte la que había tocado a su puerta. Todo en su cadáver brillaba, hasta su cabello...y su piel pálida, incluso su piel irradiaba luz mortífera. Su vestido negro, caía en grandes hilanderas que cubrían los brazos del vengativo hermano, del poderoso Vampiro, del terrible asesino.

Sirón bajó las escaleras lentamente. Siwon tomó la mano de Heechul y fue retrocediendo con él lo más que podían. El vampiro depositó el cadáver de su hermana, de su reina, sobre uno de los muebles. Casualmente, en el mismo en el que la habían encontrado un día atrás. Se inclinó sobre él y depositó un beso sobre sus labios. Cuando volvió a fijar sus ojos en sus próximas víctimas, estos estaban llenos de lágrimas y demente crueldad. Jaejoong supo que, si la muerte debía tener un personaje que la representara, no habría uno mejor que Sirón. Hasta entonces todos en aquella sala habían olvidado la presencia de Mika, pero se vieron obligados a recordarla cuando SiRon la tomó del cabello y la atrajo hacia él bruscamente. La joven criada dejó salir un grito desesperado mientras sollozaba intentando liberarse.

- Suéltala!- gritó Heechul, quien no saltó para defenderla solamente porque Siwon lo había agarrado antes por la cintura, impidiéndoselo.

- Es curioso, que seas tú, precisamente, el que me esté pidiendo algo.- dijo Sirón con voz potente y vengativa. Sus dedos fríos pasaron por la garganta de Mika mientras él temblaba y lloraba incapacitada de soltarse. - Me gusta el sonido de las súplicas humanas, es dulce...sí que lo es. Deberían conseguir guardias más eficaces, pero no se preocupen, ya me ocupé de ellos...

Sirón haló el cabello de Mika hacia atrás con fuerza, dejando al descubierto su cuello, y así hundió su cabeza en él, aspirando el aroma del mucama.

- Ustedes, los humanos, despiden un olor repugnante.- dijo mientras miraba a Mika sediento. - Y aún así, no puedo hacer más que maravillarme por sus imperfecciones...

Y con estas últimas palabras clavó sus colmillos en el cuello de Mika, mientras ella gritaba y sollozaba al sentir el dolor agudo de la muerte.

Siwon soltó a Heechul y corrió hasta tomar una de las espadas con la que intentó lanzarse sobre el vampiro, pero ya era muy tarde, Sirón soltó Mika dejándola caer al suelo en un mar de sangre y esquivando el ataque del morocho voló casi a segundos hacia Heechul, tomándolo por el cabello igual que a Mika.

Siwon se paralizó, y sus ojos por primera vez se llenaron de miedo fatal. Sirón sonrió, y poco a poco se rió a carcajadas estridentes que solo provocaron un creciente terror en el morocho.

Al otro lado de la sala, Yunho no podía respirar.

Sirón, sonriendo aún, habló frívolamente mientras acariciaba el cuello de Heechul.

- Él...sin embargo, tiene un olor tolerable...- dijo mientras fijaba sus ojos rojos en el castaño.

- Suéltalo!- gritó Siwon entrando en histeria...no podía ni siquiera concebir lo que pasaría si él llegaba a lastimarlo.

Sirón rió.

- Vuelvo a repetirlo; como adoro el sonido de súplicas humanas...

Heechul luchó para soltarse, mas fue inútil. El vampiro haló con más fuerza su cabello y produjo que soltara un grito de dolor.

- Qué es lo que quiere usted de nosotros! Usted y quien quiera que sea esa mujer no han hecho más que buscarnos y no sabemos por qué! Dinero! La guerra ya está ganada! Váyanse! Déjennos en paz!

- Cállate asqueroso humano!- gritó Sirón. - Y la próxima vez que hables de mi hermana, la reina, lávate la boca porque es demasiado para simples y repugnantes seres inferiores como los de tu clase!

Sirón se había puesto frenético, sus pupilas estaban dilatadas e irradiaban más de esos rayos rojizos que o hacían ver aún más sobrenatural.

- Suéltalo…quieres sangre? Toma la mía! Pero déjalo en paz!- exigió Siwon soltando la espada y dejándola caer al suelo.

- Sangre?- dijo Sirón fijando sus dementes ojos en los de él. - Sí, claro que sí! Quiero sangre, quiero sangre y es eso lo que voy a conseguir! Su sangre, la de ambos...rodando por los pisos de esta inmunda morada...sangre que limpie el pecado que cometieron al matar a mi hermana!

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Taemin no podía respirar, aquel olor intenso a gasolina estaba destrozando sus fosas nasales e irritando su garganta. Sus ojos celestes, llenos de lágrimas miraban temerosos a Hangeng, quien acariciaba su varita a unos metros de él, apoyado en una de las paredes de la cabaña. El silencio lo estaba matando. Quería salir de allí, quería salir de aquella terrible pesadilla. Hangeng comenzó a silbar, y Taemin volvió a sollozar.

- No tienes por qué llorar, pronto todo esto acabará.- dijo Hangeng con voz apagada. - Es tu culpa Taemin, tú me hiciste débil...

- Débil?- dijo él con un inocente rostro bañado en lágrimas.

- Yo tenía un plan!- exclamó Hangeng con ira mientras empujaba una mesa. - Destruir a los malditos sangre sucia de este colegio! Quería destruirlos! Quería que desaparecieran de una buena vez! Y por eso escribí mensajes sobre las paredes, siendo ese solo el comienzo de todo lo que tenía planeado hacer!

Taemin no podía creer lo que oía; había sido él, todo aquel tiempo había sido él el de los mensajes. La inocencia del rubio se quebrantó ante aquello, no podía entender cómo alguien podía odiar tanto sin tener motivo alguno ¿La Sangre? ¿Qué era la sangre? ¿Acaso eso hacía mejor o peor a una persona? Él sollozaba ahora no solo por el temor que sentía, sino por desilusión, decepción. Porque no comprendía por qué el mundo estaba tan enfermo.

Hangeng caminó hacia él pero se detuvo a unos pasos. Su cuerpo temblaba y ahora él también lloraba. Estaba sufriendo, en agonía pura e insaciable.

- Pero por ti…por ti maldita sea!- gritó Hangeng. - Por ti dejé los mensajes no pude seguir con mi plan porque veía que eso te hacía daño. Y tú, tú me pagaste con el Shim!

- Por favor, por favor Hangeng...déjame salir de aquí, por favor, te lo suplico...no lo hagas.- pidió Taemin con voz dulce e inmersa en llanto.

Hangeng lo miró fijamente.

- Tengo que hacerlo, por el bien de ambos...Ya nada me importa, solo tú Taemin...- tomó su varita empuñándola. - Incendio!

Una llama salió de la varita y cayó a suelo. Taemin no supo cómo, pero pronto el fuego corrió a su alrededor formando un gran círculo que comenzaba a consumirlo todo. El humo llegó a él, y el calor lo aterrorizó. Gritó, sí, gritó con fuerza y se levantó del sillón pero no pudo moverse más, pues frente a él estaba Hangeng, apuntándole con su varita. El rubio se detuvo en seco, y nuevas lágrimas corrieron por sus porcelánicas mejillas.

- No, por favor...no lo hagas.- pidió él entre sollozos.

- Entiende que tengo que hacerlo!- gritó Hangeng mientras lágrimas se asomaban por sus ojos maniacos. - Tú tuviste la culpa Taemin! Tú me rechazaste como todos! Tú preferiste a Shim! Yo te habría hecho mi rey! Te pude haber dado mucho más que nadie! Yo confié en ti! Confié y tú me hiciste débil! Vulnerable! Me hiciste sentir y eso nunca te lo perdonaré!

Taemin sollozó, las lágrimas seguían cayendo como un torrente maligno. Sabía que aquel era su fin. Ya todo lo veía borroso, seguramente había inhalado demasiado humo. Las llamas cubrían el lugar, el calor los asfixiaba.

- Hazlo entonces...- dijo él con voz suave mientras cerraba los ojos aún sollozando en silencio. El miedo a la muerte, el miedo a no volver a ver la luz del día lo consumió.

Hangeng sostuvo su varita directo a él. Sus ojos claros dejaban caer lágrimas. Taemin seguía con los suyos cerrados, esperando el sonido de un hechizo mortal caer sobre él. Un sonido que nunca llegó. Lentamente volvió a abrir los ojos, aún aterrado, y pudo ver a Hangeng apuntándolo, con su mano temblorosa aún sosteniendo la varita. Lágrimas vivas corrían por su rostro.

- No puedo…no puedo hacerlo!- exclamó temblando. - Perdóname, perdóname Taemin!- y con estas últimas palabras puso la varita en su garganta. - Avada Kedavra!

- No!- gritó Taemin con todos su fuerzas y corrió hacia él, pero ya era demasiado tarde; el cuerpo inerte de Hangeng había caído al suelo.

El rubio gritaba con fuerzas aterrado, pero pronto sus gritos se apagaron. El humo penetró con fuerza sus pulmones dejándolo sin aire, y sus ojos se nublaron obligándolo a ceder y a caer al suelo. Lo último que sintió fue el calor consumiéndolo, y el golpe de la madera contra su cabeza.

Min corría apartando ramas y esquivando árboles, seguido por Sara y las veelas. Ya casi no tenía aliento. Miles de cosas pasaban por la cabeza del pelicastaño mientras hacía su camino hacia aquella cabaña furtiva.

Por favor que no esté muerto, por favor que no esté muerto pensaba, rogaba, mientras corría sin detenerse un solo instante. Ya nada más importaba, solo Taemin. A su mente regresaban imágenes sin sentido propio; el cabello dorado de Taemin bailando con el viento, sus ojos celestes mirándolo con ternura, sus manos frágiles, su piel porcelánica, su voz...

Paró bruscamente cuando se encontró frente a una cabaña en llamas. El fuego la consumía por completo mientras el techo se desmoronaba como si fuera de papel. Sara se tapó la boca aguantando un grito al igual que el resto de las veelas cuando llegaron, parando justo atrás de Min, quien observaba el lugar con ojos desesperanzados y piel pálida. Por un breve momento creyó que iba a morir en ese mismo instante. No recordó haber respirado, no recordó siquiera haber sentido algo en aquel instante. Era como si, en ese mismo lugar, Changmin Shim hubiera muerto repentinamente.

- Oh no, están muertos!- gritó una de las chicas.

Pero él no escuchó aquello, corrió hacia la cabaña y pateando la puerta ingresó sin importarle absolutamente nada más.

- Estás loco! No entres! Regresa vas a morir!- gritó Sara desesperada. - Busquen a Madame Gracielle! Díganle que avise a Dumbledore! Que alguien haga algo!

El fuego salía por las ventanas, lo consumía todo, lo destruía todo. Min se sintió en el mismo infierno cuando al entrar, no vio nada más que llamas ardiendo en todo el lugar. No había mesas, no había muebles, ni siquiera paredes; lo único que podía ver era el fuego y su implacable forma de llevarse todo consigo. Su corazón latía con fuerza mientras se adentraba al lugar, conociendo ya una verdad inminente: Taemin no podía seguir vivo. Era imposible, las llamas estaban en todos partes, y el humo había estado concentrado hasta que él pateó la puerta. Sus ojos se llenaron de lágrimas, no solo por la intensidad del humo, sino por la terrible realidad que lo golpeaba.

- Taemin!- gritó desesperado mientras sentía la fuerza del verdad desgarrar su interior sin piedad. Él no respondería, él no respondería jamás. Esa era la verdad, esa era su verdad.