Cap. 39 - La debilidad de Jung Yunho

Hola chicas, la promesa esta cumplida aquí el nuevo capitulo, este va dedicado a Minato-chan, gracias por seguir tan fielmente todos los capítulos y quiero dar la bienvenida a las nuevas lectoras y a las que comentan también, las amo mucho.

Ahmm con respecto al próximo va a tardar un poquito tenganme paciencia, las amo y amo sus comentarios.
Quiero llorar de emoción ya superamos los 500 comentarios, se que no es mucho pero para mi y mi Moni preciosa nos hace demasiado felices, gracias por su apoyo.

Cap. 39 – La debilidad de Yunho Jung

Con esto la pelirroja caminó hacia sus compañeras.

Yoochun se encontraba sentado en el gran sillón de Hagrid mientras éste alimentaba a Fang. La cabaña, en aquel día, era más que una simple casa para el moreno; era un refugio. Sus ojos verdes permanecían perdidos en la nada mientras el gran hombre jugaba amablemente con el tonto perro.

Hagrid sonrió y fijó sus ojos oscuros en el Gryffindoriano. Suspiró largamente mientras caminaba hacia la mesa sirviendo una taza de té.

- No pareces nada bien muchacho, sabes bien que no me gusta verte así.- dijo silenciosamente mientras limpiaba lo que había regado sobre la mesa.

- Por qué todos traicionan mi confianza?- preguntó el moreno repentinamente. - Ya no sé qué esperar de los demás...tal vez, tal vez lo mejor sea alejarme de todo y de todos...estar solo.

- Estar solo? Mmm bien. -dijo mientras tomaba un sorbo de té. - Dices que todos te traicionan no es así? Quienes son "todos"?

Yoochun bajó la cabeza.

- Las personas que más quiero.- dijo mientras formaba puños en sus manos. - Las odio...las odio con toda mi alma. Si no fuera por ellos, entonces no me estaría sintiendo así. Ojalá nunca los hubiese conocido...

- Sí Yoochun, tienes mucha razón.- dijo Hagrid sentándose sobre el otro sillón y produciendo que la cabaña entera temblara levemente. - Las personas a las que les entregas tu confianza, y luego te lastiman, son de lo peor. Haces muy bien en odiarlas.

Por alguna razón, aquello fue lo que Yoochun menos esperó escuchar de la boca de su viejo amigo. Esto lo confundió, mas trató de no profundizar en ello y prefirió seguir inmerso en sus pensamientos.

Pronto la voz de Hagrid sonó nuevamente.

- Ahhhhhhhhhh...qué vida no? Cosas van, cosas vienen...y sin embargo nunca dejo de maravillarme. Sabes Yoochun? Creo que te encuentras en un dilema moral.

Fang aulló.

- Qué?- dijo Yoochun sin comprender.

- Así es. Odiar, o no odiar…sabes? No es tan complicado. Debes tan solo ordenar las ideas dentro de tu cabeza; una vez que lo hagas lo entenderás todo...

Yoochun fijó sus ojos verdes en los del semigigante.

- Empecemos por lo más importante; esas personas que te lastimaron, tú las querías, no es cierto?

- Sí.- respondió secamente el Gryffindoriano.

- Y lo que te hicieron, fue sumamente grave, verdad?

- Sí.

- Imperdonable!

- Sí.

- Ahh sí...- dijo bostezando. - Qué curioso no? Muchos de nosotros, los seres humanos, culpamos al resto de personas que nos rodean por haber cometido errores. Pero todo resulta una ironía, puesto que el ser humano en sí es imperfecto. No sería, Yoochun, pedir demasiado perfección en las personas que quieres? Un error, dos errores...tres! en la vida se comete mucho más que tres errores. Eso, hace a una persona cruel y vil? No, yo no lo creo así. Claro, que esa es tu opinión después de todo Yoochun. Al menos yo creí que equivocarse, lastimar a las personas que queremos, mentir, rechazar, olvidar...eran tan solo defectos humanos. Entenderé, por supuesto, que para juzgar a las personas que te han herido, tú no debiste haberlas lastimado tampoco jamás...

Yoochun permaneció en silencio mientras sus ojos verdes se llenaban de lágrimas. Ahora comprendía el punto al que quería llegar.

- Puedo darte un consejo Yoochun?- continuó.

El moreno asintió.

- Hay algo de lo que me voy a arrepentir toda mi vida…y eso es de una vez no haber perdonado o al menos, escuchado a un amigo que me hizo dañó. En su momento, creí ser el dueño de la verdad, y lo alejé de mi lado para siempre; después de todo...podía hacer nuevas amistades. Sí, las hice; y formé una muy fuerte que se quebrantó al poco tiempo por un error. Cuando quise que me escucharan, no fui escuchado. Sí, fui juzgado Yoochun...y no me perdonaron. Es muy triste vivir una vida sin perdón. La perfección no existe, la realidad es otra; estamos en un mundo imperfecto, inaudito y asombroso. Lo importante no son nuestros errores, sino lo mucho que queramos mejorar. Si quieres sentir odio hacia esas personas que dices te hirieron tanto, hazlo, no puedo impedírtelo; pero quiero que recuerdes siempre, que de lo que tú acusas al resto, algún día, serás acusado.

Yoochun se levantó del sillón molesto. Sus ojos verdes, húmedos por la rabia se fijaron en Hagrid.

- No puedo! Es imposible perdonar!

Hagrid sonrió.

- Sí Yoochun...tan humano es el defecto de errar, como el de no saber perdonar.

Yoochun evadió la mirada del gran guardián de Hogwarts y apoyó las manos sobre la mesa.

- Yoochun...escucha a quienes te hirieron. Solo escucha; créeme, que el resto será mucho más fácil.

Dos lágrimas escaparon de los ojos del Gryffindoriano; lágrimas derramadas por alguien que ya no soportaba más los golpes que había recibido a lo largo de su vida. Levantó la cabeza y por la ventana de la cabaña divisó a Jaejoong, caminando hacia un árbol de las afueras de Hogwarts y sentándose bajo este.

- Lily, estaría orgullosa si fueras a hablar con él.- dijo Hagrid esbozando una sonrisa en su boca.

- Qué?

- Con Jaejoong.- aclaró. - Es él una de las que te ha herido, no es así?

- Cómo sabes..?

- Eres bastante obvio, sabías? Mientras hablabas...te referiste a el. Uno es Jaejoong...ahora, quién será la otra persona que te lastimó? Jinki?

Pero Yoochun no se quedó a escuchar los razonamientos de Hagrid, salió del cabaña lo más rápidamente que pudo, antes de que su orgullo masculino le impidiera hablar con su único mejor amigo.

---

Jaejoong respiró profundamente y guardó las lágrimas que pretendía salir por sus ojos marrones. Su cuerpo, terriblemente exhausto, recibió la brisa fresca del tarde como un regalo divino. Toda la mañana había practicado con Shirota algunos hechizos y la marca tenebrosa. Loa avances eran lentos, y muy dentro de sí solo podía reprocharse por no poder dar más de él en lo que hacía.

Por qué no soy más fuerte! Por qué tengo que ser tan débil!

Y por primera vez en toda su vida rechazó su estirpe y su linaje. Quiso ser sangre limpia, porque así la magia oscura vendría a él con mucha más facilidad.

Humedeció sus labios, los cuales notó resecos y ardientes. Le estaban quemando por alguna extraña razón, y al tratar de tocarlos, lo único que logró fue incrementar el dolor. Tomó la botella de agua que tenía entre sus manos y a abrió, introduciendo en su boca una de las pastillas vitamínicas que Madame Pomfrey le había recetado. Las había estado ingiriendo desde ayer en la noche, mas no parecían tener absoluto efecto en él. Ya la enfermera le había advertido que posiblemente reaccionaría mal al principio hasta que su organismo se acoplara a la medicación, lo que esperaba fuese pronto. Miró sus manos, pálidas y húmedas; estaba sudando frío. Secó las gotas que comenzaban a caer por su frente y se arrimó más al árbol, cerrando los ojos y respirando agitadamente. Colocó su mano derecha sobre su estómago, y poco a poco fue autorregulando su respiración. Estaba demasiado débil, todo por no haberse alimentado nada bien durante todo aquel año. Ahora, tal vez no podría soportar los entrenamientos de Shirota.

Abrió los ojos lentamente y su corazón se paró cuando vio a Yoochun frente a él.

El moreno se sentó a su lado sin decir absolutamente nada. Su mirada se mantuvo fija al frente, mientras que el castaño lo observaba en su lado derecho sin poder entender lo que sucedía.

- Creí que no querías hablar conmigo...- dijo él mientras sus mejillas se sonrojaban con vergüenza.

- No quiero.- dijo- Pero voy a escucharte. Explícate.

Jaejoong lo observó algo confundido durante varios segundos. Sí, había querido tener esa oportunidad desde la noche anterior, y ahora que la tenía, simplemente no sabía qué decir. Las palabras se habían desvanecido en sus labios y por más que trató no pudo concentrarse. Se tapó el rostro con ambas manos tratando de contener las inmensas ganas de llorar. Era mejor que aprovechara el poco tiempo que le quedaba.

Ya casi eran las cinco.

Humedeció sus labios y con voz tímida habló.

- No tengo excusa para lo que hice Yoochun, no creas que lo que quiero es decir algo como "no fue mi culpa" o "no fue mi intención" porque sería una mentira. Yo siempre supe lo que estaba haciendo, y no paré...seguí con ello.

Los ojos de Yoochun brillaban intensamente mientras tenía la mirada perdida al frente, sin darle más que su perfil al Gryffindoriano.

- Yo…no sé cómo explicar lo que me ha sucedido. Tal vez no lo puedas entender nunca, porque sé que la complicidad de mi ser es algo que solo yo podré ver. Cuando comenzó el año me sentí exhausto, terriblemente cansado de absolutamente todo. Yoochun, has tenido alguna vez esa sensación de no querer vivir más? Pues...si lo has hecho, y no has tenido el coraje como para quitarte la vida entonces me comprenderás. Sentía...una presión y una carga en mí, que ya no podía soportar más. Debo decir...que me odiaba, y por lo tanto, odiaba a todo lo que me rodeaba. Aunque, a ti y a Min solo les guardaba rencor y rabia...por lo que a lo mejor no me odié tanto...Pero sí me causé repugnancia. El dolor...el dolor no se iba Yoochun...quería que se fuera...pedía con tanta fuerza que se fuera de mí pero no, nunca se iba. Entonces llegó Jung.

El solo apellido de aquel despreciable ser produjo un brillo de rabia en los ojos verdes del chico. Él continuó.

- Él, me insultó siempre, me humilló, me pisoteó y luego escupió sobre mí; y eso era precisamente lo que yo deseaba que hiciera conmigo. Llegué a un punto tan patético que disfrutaba de todos sus agresiones, porque, al fin y al cabo, sabía que él era el único que podría destruirme...y yo estaba buscando mi propia destrucción.- dijo mientras sus ojos se humedecían. - Tú, nunca vas a saber cuánto sufrí Yoochun. El veneno que tenía en mí me estaba consumiendo, y yo no hacía más que incrementar el dolor mortífero que me producía. Y fue así como él decidió usarme. Supuse, que para al final restregarte a ti y a Min en la cara que estaba conmigo…pero no me importó; ya nada me importaba...ni ustedes, ni nadie. Pero los días pasaron, y se convirtieron en meses...y él no me dejaba...y no les decía absolutamente nada a ustedes...

Yoochun apretó los puños y tensó los labios mientras sus ojos se humedecían del rabia.

- Y un día encontré algo que me hizo notar que me amaba...- continuó él mientras lágrimas caían de sus ojos marrones. - Y desde entonces es así. Aunque...nunca va a poder ser lo nuestro, porque se ha unido a los mortífagos Yoochun...lo ha hecho para protegerme...

- Cómo puedes confiar en él de esa forma!- gritó Yoochun explotando repentinamente.

- Porque...nadie lo conoce más de lo que yo lo hago.- dijo Jaejoong mientras miraba fijamente en los ojos esmeraldas de su mejor amigo. - Conozco sus debilidades, sus defectos y sus pocas virtudes...y lo quiero exactamente como es.

- Es despreciable! Es un maldito elitista egocéntrico y racista! Jaejoong, él sería capaz de matar a sangre fría!

- Lo sé…te dije que conocía todos sus defectos.- dijo él bajando la mirada. - Pero a pesar de todo eso...él sería capaz de dar la vida por mí, y eso, es algo que hace que yo perdone todo lo demás.

Yoochun se mantuvo en silencio durante varios minutos. Jaejoong levantó la mirada y la posó en él, en su mejor amigo de siempre. Sus ojos seguían botando lágrimas, mas ahora parecía haber encontrado algún sentido.

- Sé que te hice daño con todo esto, y lo siento.- dijo él extendiendo su mano para posarla en la de Yoochun, que se mantenía como puño sobre el césped. - Tal vez es que ya no soy el mismo, como tú dijiste...

Para el asombro del Gryffindoriano, Yoochun tomó la mano que él había posado sobre la suya y la llevó hacia sus labios, besándola tiernamente mientras lágrimas casi imperceptibles caían sobre su delicada piel.

- No, sigues siendo el mismo Jaejoong. Perdóname tú a mí...no quiero perderte eso es todo. No lo soportaría.

Jaejoong se lanzó sobre él abrazándolo con fuerza mientras las lágrimas brotaban libremente de sus ojos marrones.

- No tienes por qué perderme...siempre voy a estar aquí.

Yoochun devolvió el abrazo sosteniéndolo con fuerza entre sus brazos. Tal vez todo habría sido diferente si él hubiera cuidado más de él; si no hubiera sido tan egoísta y en lugar de concentrarse en sus beneficios, se hubiera preocupado por el estado en el que se encontraba su mejor amigo. Sí, él tenía la culpa también.

- No creo poder aceptar a Jung.- dijo Yoochun con cierto tono de rabia en su voz. - A ti sí, pero a él no.

- No te pido que lo aceptes.- dijo él sintiéndose protegido entre los brazos de su amigo. - De cualquier forma...ya no hay nada entre nosotros

---

Jinki caminaba de un lado a otro en la habitación mientras Jonghyun revisaba los cientos de fotos y recuerdos que se encontraban regados por las camas. Junsu estaba sentado en el suelo y parecía algo aturdido.

- Dónde está Jaejoong!- exclamó el rubio. - Le dije que a las cinco!

La puerta se abrió dejando entrar al castaño. Jonghyun aplaudió y de un saltó abrazó a Jaejoong emocionado.

- Ahora sí vas a ver la sorpresa de Jin!

- Sí, pero debo ir a recoger mi traje si quieren que me arregle aquí...- dijo Jaejoong algo confundido con tanta emoción en el aire. Claro, exceptuando por Junsu quien permanecía sereno.

- No será necesario.- dijo el rubio mientras le extendía la mano al pelirrojo para que se levantara.

Junsu y Jaejoong miraron a sus dos amigos algo confundidos; aún no podían ni siquiera imaginar de qué se trataba la sorpresa.

- Cierren los ojos.- dijo Jin sonriendo.

A ninguno de los dos les gustó la idea, mas sabían que sería imposible expresar sus sentimientos respecto a ello por lo entusiasmados que parecían sus amigos. Cerraron los ojos y permanecieron así durante algunos segundos en los cuales su paciencia en definitiva se agotaba lentamente.

No pasaron más de dos segundos cuando escucharon nuevamente la voz del rubio.

- Pueden abrirlos.

Lo que Jaejoong vio en ese preciso instante lo recordaría para siempre por lo impactante de la escena. La luz roja del atardecer que penetraba las ventanas de la habitación le daban ese rayo de luz cobrizo a los dos hermosos smokings que flotaban en el aire. El que estaba a la altura de el castaño era uno azul medianoche. Era, sin duda alguna, una de las cosas más hermosas que había visto en toda su vida.

Junsu permanecía estupefacto, incapaz de decir absolutamente nada. El traje que su madre había podido comprarle no era ni la mitad del que estaba frente a sus ojos. El de él, era blanco con ligeros estampados con líneas delicadas negras en los bordes; parecía de esos que aparecían en catálogos extranjeros. Jinki caminó hacia ellos y se colocó en el medio de ambos sonriendo.

- Y? qué les parece?- dijo emocionado.

- Es un sueño...- dijo Jaejoong. – No puedo aceptarlo.

- Yo tampoco.- dijo Junsu sonrojándose. - Jamás podré comprar algo así...

- Yo te lo regalo Junsu! Tómalo como eso, un regalo de mi parte.- dijo Jin . - Por favor, no me devuelvan esto...lo tomaré como una ofensa.

Tanto Junsu como Jaejoong permanecían con la boca semiabierta observando los trajes a medida. Aún no podían creer que estaban a tan poco tiempo de graduarse. Qué rápido pasaba el tiempo, pensaron, cuánto tiempo gastado...mal usado.

Jonghyun sonreía mientras mostraba el suyo color moro.

- Este es el mío, está bello verdad?

- Si...- dijeron los dos aturdidos sin poder volver a la realidad aún.

El rubio se adelantó y tomó la plancha de cabello.

- Muy bien! Vamos a apurarnos quieren? La belleza cuesta!

"Soy de esas personas, que en definitiva, creen que las cosas suceden por algo. No sé si es una convicción cierta, o si se trata solo de mi extraño misticismo; mas es eso lo que me ha hecho sobrevivir, es eso lo que siempre me ha dado la esperanza. Aquel noche, en la cual muchas cosas se darían dando un giro completo a varias situaciones, carecía de nubes, por lo que las estrellas y la luna brillaba en su máximo esplendor. Todo parecía ser perfecto.

Pero bien dicen, que las apariencias son engañosas.

Una vida, dos, tres... ¿cuántas son necesarias para que aprendamos a vivir correctamente? Respiro, oigo, veo...y sin embargo siento que todos los días muero. Sé, por ello, que lo que relato no es más que una realidad que he querido mantener con vida, porque es esta la única forma de sentir que estoy vivo. Han pasado meses dentro del historia, pero para mí, relatar esto me ha costado años; noches enteras de desvelo, pensando en cómo manifestar del mejor manera lo que pasó. Quisiera que mis esfuerzos no hayan sido en vano, quisiera, que todo haya llegado exactamente como sucedió a sus ojos..a sus mentes. Qué difícil es revivir las cosas de las cenizas..hace tanto que no sé más de Jaejoong Kim ni de Yunho Jung...me privé de ello. Preferí, estar cuanto tiempo debía estar, y contar, cuanto debía contar. Ya casi termino, y ustedes, quienes han leído estas páginas con la misma pasión con la cual yo las he escrito, merecen saber cómo va a acabar. Siento algo de melancolía, y aún no puedo creer que yo, Kim Hyun Joong, esté aquí sentado, contándoles cómo ayudé a cambiar el pasado... "

Y así, cuando el reloj marcó las ocho del noche el salón de baile se empezó a llenar de estudiantes. Maravillosos trajes, lujosas joyas y accesorios, violinistas, amplia gama de colores brillantes exaltando la belleza de cada casa; todo parecía simplemente perfecto e imposible de superar. Así lo vio Taemin entrando de la mano de Changmin, y sus ojos cielo nunca se vieron tan inmersos en un escenario como en aquel.

El pelicastaño sonrió y lo observó detenidamente una vez más. Su traje azul oscuro era majestuoso, y caía sobre su piel porcelánica como un manto mágico en un ángel. Su cabello, lacio mas con las puntas adornadas por delicados rizos lo hacían ver insuperable. Estaba cautivo, y fue tan solo una casualidad del destino la que permitió que sus ojos se desviaran a un lado y percibiera la mirada ardiente y fugaz de un Slytherin. Hangeng, quien había estado observando a la pareja se alejó del vista del pelicastaño, y fue así como Min no pudo volver a sentirse tranquilo, pues la maldad es uno de los pocos sentimientos que una vez encontrados, son imposibles de ignorar.

Hangeng caminó atravesando alumnos que reían felices con sus parejas y se sentó en una mesa furioso ¿Por qué tenía que ser tan hermoso? Era un ángel, absolutamente superior a todos los p u t o s que se encontraban en aquel sala. Era Taemin el único que realmente merecía ser llamado un rey; el único ser que había sido capaz de despertar aquel sentimiento dentro de él. Quería odiarlo, odiarlo por haberlo convertido en un ser tan vulnerable, pero ¿era acaso posible odiar a algo tan perfecto y angelical? Si lo hiciera, sería como un pecado ¿y cómo hacerlo? Cómo? si cada vez que lo veía lo único que sentía eran unas ganas enormes de tenerlo entre sus brazos y protegerlo para siempre. Él era suyo, suyo y de nadie más ¿quién podía amarla del forma en la que él lo hacía? Y sí, él lo sabía; Taemin sabía que nadie más podría quererlo como él. Y sin embargo, allí estaba…riendo felizmente con aquel imbécil Gryffindoriano. Las luces caían sobre él, y por unos instantes todo transcurrió lento. Un dolor indescriptible recorrió su pecho y quiso matar a Shim en ese mismo instante; y fue así cómo planeó ponerle fin a todo su sufrimiento, y encontró la única forma de mantener a Taemin a su lado...por siempre, logrando dibujar en su rostro una maligna sonrisa.

---

Yoochun estaba sentado en una silla mientras Min y Taemin se paseaban por el salón riendo y desprendiendo felicidad por los poros. Sus ojos verdes estaban perdidos en la multitud, pensando en que ya solo faltaban cinco días para abandonar Hogwarts ¿qué haría entonces? El colegio había sido su hogar, su único refugio desde la muerte de sus padres...la pregunta era si él tenía realmente una vida fuera de aquellas paredes. Todo eso daba vueltas en su mente y solo conseguía formar un gran vacío en su interior. Solo pudo dejar de pensar cuando sus ojos chocaron con unos miel que entraban al salón.

Y su corazón se paró.

Junsu respiró profundamente y rompió el contacto visual que había establecido con Yoochun. Paul estaba a tan solo unos metros, completamente boquiabierto. El pelirrojo estaba hermoso, indescriptiblemente bello. Aquella noche, incluso la tristeza en su rostro lo hacía ver bello. Su cabello cobrizo parecía cobrar vida a medida que su dueño avanzaba por el lugar. Yoochun no pudo desprender sus ojos de él, ni siquiera cuando Paul se le acercó y tomando su mano lo llevó hacia una mesa. Sentía dolor, y a la vez, placer con tan solo verlo.

- Yoochun...estoy aquí sabes?- dijo Jinki  a su lado.

La voz del rubio lo alteró, y se levantó de la mesa inmediatamente para verlo y sonreírle.

- Perdona...me distraje.

- Entré con Jonghyun, Junsu y Jaejoong...pero ya se me han desaparecido.- dijo el rubio algo preocupado. - Pero bueno...tendrán con quién estar después de todo... y Taemin? No lo he visto…debo ver cómo le quedó los gemelos!

Mientras Jinki hablaba animadamente Yoochun solo podía buscar con la mirada al pelirrojo entre los presentes. Pronto lo vería, y no sería un encuentro agradable.

"Pero eso, mis queridos lectores, sucederá después. Aún son tan solo las 8:30; y la fiesta, recién inicia"

---

Yunho Jung entró al salón con su túnica de seda negra llamando automáticamente la atención de todos los presentes. Su cabello morocho caía elegantemente sobre su frente, y sus ojos, pardos y altivos, tan solo podían ver al resto como insectos muy por debajo de él; aquello lo hacía ver como un dios, que caminaba entre las nubes sobre un mundo terrenal vacío e impuro. Así lo sentían todos, y sin embargo, igual lo adoraban.

El Slytherin llegó hasta la mesa en donde se encontraba Leeteuk fumando y Ryeowook , quien con un traje largo y negro tenía sus ojos fijos en el suelo, silencioso y bello; como siempre. Se sentó y notó cómo todos disfrutaban del baile, los profesores reían y charlaban en la mesa dorada del frente aparentando tranquilidad y satisfacción; pero él sabía que tan solo era una máscara. Tanto Dumbledore como los demás directivos debían estar aterrados, pues ahora más que nunca se habían publicado en los periódicos avistamientos de mortífagos en el mundo mágico y muggle. Sabían lo que estaba por venir, y sin embargo, fingían tranquilidad.

El Ruido de Ryeowook  levantándose bruscamente de la mesa lo obligó a desprender su mirada de los directivos. El rubio había hecho caer dos copas al suelo.

- Qué te pasa estás loco!- exclamó Leeteuk. - Ten más cuidado quieres!

Pero él no dijo nada. Se mantuvo de pie tenso, rígido y con los ojos perdidos aún mientras apretaba las manos en forma de puño.

- Siéntate.- ordenó Yunho secamente.

Y esto bastó para encender la llama dentro de él.

Ryeowook  volteó y fijó sus ojos oscuros en los de su novio con rabia e ira contenida. Su expresión era tétrica, paciente y muerta. Casi pudo ver en el a Zulema.

- Quién eres tú, Yunho Jung, para darme órdenes a mí?-dijo con voz calmada e indiferente.

Aquello provocó el sobresalto de los presentes. Leeteuk regó la copa que había tenido en sus manos mientras que Crabbe y Goyle se tensaron. Aquello era irreal, completamente imposible... ¿era Ryeowook , el que estaba respondiéndole de aquel forma al Rey de Slytherin? La actitud del moreno había sido especialmente extraña en aquellos últimos días; había dejado de hablar, se desaparecía y se encerraba en el cuarto lejos de todos. Sí, había estado raro. Sin embargo, nadie se imaginó siquiera que pudiese tomar aquella violenta reacción contra el Rey...

Yunho clavó sus ojos pardos como dagas hirientes sobre él. Aquel noche no estaba de humor para nada, menos para soportar repentinos cambios de actitud por parte de su novio. Todo había cambiado, y ahora más que nunca lo podía sentir. Hasta él había cambiado; la completa ignorancia que sentía al ver aquellos ojos oscuros terminó por desahuciarlo ¿acaso sabía ya lo que pasaba por la cabeza de Ryeowook? No. Desde hace mucho tiempo que ni siquiera había cruzado una palabra con él y tan solo ahora pensaba en la posibilidad de que algo malo estuviese sucediendo con él. Lo miró por primera vez en toda la noche; su belleza era deslumbradoramente oscura, muerta. Parecía un maniquí, de esos que eran extremadamente hermosos mas vacíos. No estaba de humor para soportar los mismos caprichos a los que siempre había estado sometido.

- Soy tu novio, o es que ya se te olvidó?- dijo él furioso ante la desobediencia del moreno.

Ryeowook  dio dos pasos hasta quedar frente a él, la luz del salón le daba un aura dorada mientras se agachaba para susurrarle en el oído.

- Creí que ya no te gustaban los hombres como yo.- dijo suave y punzantemente. - O me vas a negar, Jung, que ahora es mucho más divertido revolcarse con sangre sucias?

Leeteuk no pudo escuchar ni una sola de las palabras que pronunció Ryeowook , mas supo que debía ser algo terrible, porque la expresión de Yunho fue alarmante. El morocho se levantó bruscamente de la silla y tomó el brazo del Slytherin con fuerza sobrenatural. Llamas de ira salían de sus ojos derritiendo el desierto glacial que siempre los había caracterizado. Por un breve momento, Leeteuk estuvo seguro de que Yunho iba a golpear a Ryeowook ; mas aquello jamás lo lograría saber con exactitud, pues la voz de Dumbledore sonó por todo el salón interrumpiendo la terrible escena.

"Resulta mentira aquello de que, la verdad, cuando es verdad en todo el sentido que su palabra le otorga, siempre se descubre. A lo largo de mi vida, e incluso después de mi muerte, he comprendido que el mundo está lleno de secretos; secretos quienes muchos se llevan a la tumba; secretos que nunca mueren, más se mantienen ocultos. La verdad, muy pocas veces es descubierta. Cada ser humano es un mundo complejo lleno de misterios, y es eso lo que hace del hombre el animal más detestable; tan impreciso, tan humillantemente corrupto. Mi vida y la de otros me ha enseñado, que en este mundo la verdad no es un derecho...

Es un privilegio.

Precisamente porque he vivido demasiado, he entendido lo que ningún hombre debería llegar a entender. Como dijo Rusiñol, "Quienes buscan la verdad merecen el castigo de encontrarla" No me detendré a analizar dilemas morales, pues eso queda en la mente de cada uno de nosotros, los más detestables animales de la creación. Lo único que a mí me compete por ahora, es explicarles que la verdad es corrupta; y que siempre lo será mientras quienes la usen sigan siendo seres humanos.

Ryeowook  descubrió lo corrupto.

La verdad...

Sigue siendo relativa."

- Queridos alumnos de Séptimo curso!- habló Dumbledore sonriente. - Es este el fin de un periodo y el comienzo de otro. Quiero decirles, que sin duda alguna estoy orgulloso de lo que han logrado, y por eso están aquí; algunos han aprendido muchas cosas, y lo seguirán haciendo en el camino, y aquellos, que a pesar de todo esfuerzo aún no han aprendido nada, espero que logren encontrar la verdad, en el fondo de sus corazones. Que comience el baile.

La orquesta tocó la canción inicial del baile y todos los alumnos salieron a la pista con sus respectivas parejas. Las veelas tenían cientos de candidatos que morían por bailar con ellas. Se habían presentado especialmente hermosas aquella noche.

- Todos bailen! Sin excepción!- exclamó Dumbledore sonriendo.

Era costumbre de Hogwarts que el baile inicial de graduación fuera bailado por todos los alumnos de la generación. Yunho continuaba sosteniendo el brazo del moreno mientras su sangre corría a velocidad inverosímil. Lo sabía ya ¿cómo lo había descubierto ¿Cómo era posible aquello? Ahora todo estaba en peligro, absolutamente todo. Si a él se le ocurría decirle a Lee Soo Man...lo habría perdido todo. Muchas cosas pasaron por su cabeza en aquel instante, y todos ellos Rondaban en una sola persona: Jaejoong. Las luces se intensificaron y sintió como si cientos de flashes se dispararan frente a su rostro. No podía imaginar que el infierno tan solo había iniciado.

La noche tenía muchas más sorpresas para todos.

El morocho tomó a Ryeowook  de la cintura y lo llevó a la pista casi forzándolo. el moreno permanecía serio, con los ojos huecos y punzantes sobre él.

- No deberías fingir Jung, no, la careta te queda demasiado mal..- dijo venenosamente. - Por qué no mejor vas a bailar con impuros? Mira! Allá está el insignificante.

Los ojos pardos de Yunho se paralizaron cuando chocaron con los marrones de Jaejoong. Aquello fue eterno. El Slytherin no supo exactamente cuanto tiempo quedó cautivada su atención en él, pero sí pudo recordar cada detalle que lo envolvía aquel noche. Jamás olvidaría esa imagen perfecta del Gryffindoriano, bajo los brillos de las luces tenues del salón, con su cabello castaño recogido en un moño que dejaba caer rizos perfectos sobre sus hombros; y ese traje, que resaltaba su piel convirtiéndolo en un monumento digno de admiración. Jaejoong Kim era, sin duda, de aquellos chicos que no llamaban la atención cuando pasaban; pero aquella noche logró cautivar varias miradas, y tal vez, solo tal vez, esa noche no fue tan insignificante.

En aquel momento ni siquiera el hecho de que Shirota lo tomara por la cintura y lo llevara a bailar con él logró enfadarlo, pues lo que sentía era terror; pánico. Después de verlo, pudo notar el real peligro que estaban corriendo. Si Ryeowook  hablaba, no sería él el único con problemas. Una voz dentro de su cabeza repetía incontrolablemente un único nombre.

Jaejoong, Jaejoong, Jaejoong, Jaejoong...

Si a él le llegaba a suceder algo malo...

Sus ojos pardos se fijaron en los oscuros de Ryeowook , y, para el asombro del moreno, por primera y única vez notó en ellos un temor puro y profundo; por primera vez, aquellos ojos no eran inexpresivos ni cínicos…

Por primera vez, Yunho Jung fue débil.

A unos metros estaba Jaejoong bailando con Shirota, sin poder siquiera imaginar que el peligro estaba tan cerca de él que casi podía inhalar su aroma selvático. La melodía empapaba sus sentidos y convertía el lugar en algo majestuoso e insuperable. Todo habría sido perfecto de no ser que…

- Estás bellísimo.- dijo Shirota mientras bailaban al compás del música.

- Gracias.- dijo él con voz apagada. Sus ojos marrones estaban fijos en el morocho, quien había empalidecido más de lo normal.

Nadie lo conocía como él lo hacía, y sabía por ende, que algo malo estaba sucediendo.

Podía sentirlo.

¿Qué te pasa Yunho ¿Qué? pensó consternado, sintiendo la angustia invadir su cuerpo. Por qué sentía aquel opresión en el pecho? Jamás había visto tal expresión en el rostro del morocho...era...

De preocupación?

Sí...pero había algo más...algo mucho más profundo…

¿Qué era?

Todos continuaban bailando. Las luces cambiaban de tonos claros a oscuros, de tenues a brillantes. Era un espectáculo mientras hadas danzaban en el techo despidiendo polvos mágicos que caían sobre las cabezas de los alumnos. Yunho no podía notar la belleza del escenario, solo podía percibir el odio en la mirada de Ryeowook  y el peligro que éste representaba.

- Qué te pasa Jung? Has enmudecido? Es que acaso, te ha caído mal el que me haya enterado de quién era tu amante?- dijo Ryeowook  asqueado y con el rostro tenso.

Ahora lo comprendía todo. La distancia que él había puesto durante todo ese tiempo había sido porque se había enterado del verdad ¿pero por qué no dijo nunca nada¿Por qué tragarse la verdad hasta aquel momento¿Acaso estaba planeando algo? Con Ryeowook ...todo parecía posible...

- Qué es lo que quieres? Amenazarme?- dijo Yunho apretándolo con fuerza a su cuerpo y clavando sus ojos pardos en los de él. - No me interesa cuánto sepas o no. Ni tampoco me interesa lo que pretendas hacer.

Los ojos de Ryeowook  se llenaron de lágrimas y apretó los labios. Sus dedos se enterraron en el pecho del morocho mientras parecía coger fuerzas para hablar.

Cuando lo hizo, fue mortal.

- Podría ser tu ejecutor...- dijo con ira y con sus ojos humedecidos. - Podría ser más que eso; tu verdugo Podría matarte con mis propias manos y podría torturarte...hacerte pagar por lo que me has hecho...- soltó los dedos del pecho del morocho y levantó su mano derecha para, increíblemente, acariciar el rostro de Yunho. - Pero no puedo hacerlo...por eso te odio.

Yunho no pudo más sorprenderse ante las palabras pronunciadas. El moreno dejó descansar su cabeza sobre el hombro del Slytherin y comenzó a sollozar inconsolablemente; dejando salir el dolor que lo había estado carcomiendo por dentro durante tanto tiempo. Él no dijo nada, simplemente siguió ahí, bailando, con la mirada perdida e incapaz de sentir arrepentimiento por lo que le había hecho; Ryeowook  no le importaba en lo más mínimo, ni su dolor, ni su entrega. Aquello lo asqueó, y volvió a repugnarse así mismo, sintiéndose incapaz de sentir como todo ser humano.

Nunca tuvo tantas ganas de que una canción acabara.

Yoochun, mírame..."

"Estoy aquí...junto a ti"

Aquel voz dulce lo había estado siguiendo durante varios meses ya, mas aquel noche se repetía en su cabeza con tanta fuerza como si en verdad existiese, y no fuese simple producto de su imaginación. Yoochun sabía que era imposible que recordara la voz de su madre, aquello era ilógico; y sin embargo, durante las noches soñaba con Lily, y lo acariciaba maternalmente repitiéndole las mismas palabras. Tal vez se estaba volviendo loco, quizás. Pero prefería perder la razón con la voz de su madre, cálida y suave, que vivir en sus cinco sentidos completamente solo. Abrió los ojos lentamente para ver que aún bailaba sobre la gran pista. Grandes cantidades de polvo de hada caían ante sus ojos de colores dorados que hacían brillar con más fuerza el cabello morocho de Jinki. Fue entonces cuando sintió el odio hacia sí crecer con fuerza.

¿Para qué había nacido¿Por qué tenía que existir! Desde el mismo momento en el cual respiró condenó a todas las personas inocentes que lo rodeaban a la destrucción total. Sí, por su culpa sus padres estaban muertos. No habían sido ellos el objetivo principal de Lee Soo Man, tan solo una piedra en el camino para llegar hacia él. Yohwan había muerto también, para protegerlo, e incluso, había pasado años en prisión por su culpa también. Ahora, su egocentrismo extremo lo había llevado a desentenderse de las personas a quienes más quería; Jaejoong había deshecho su vida junto a Jung, y Junsu...

El dolor recorrió su pecho y fue entonces cuando Paul pasó frente a sus ojos…

No estaba con Junsu.

No supo exactamente por qué; tal vez había sido el excesivo polvo de hada, o quizás las luces cambiantes, pero tuvo un sentimiento que opacó todos sus sentidos...y lo obligó a soltar a Jinki de inmediato.

- Sucede algo?- preguntó el rubio extrañado.

Yoochun no se movía, permanecía quieto en la pista con sus ojos verdes fijos en un espacio perdido. Y fue así como el miedo invadió sus ojos verdes intensos.

El moreno atravesó la pista de baile sin dejar salir una sola palabra; incluso se podría decir que había olvidado por completo la existencia de Jinki en aquellos momentos. El rubio se mantuvo ahí, confundido durante algunos segundos hasta que la música del baile inicial paró y comenzó a tocar la orquesta informal. Las luces cambiaron y algunos fueron a sentarse mientras que otros permanecieron bailando.

Él se quedó allí.

---

La fuente en las afueras de Hogwarts estaba majestuosa aquella noche. Las estrellas irradiaban su luz intensa con fuerza descomunal e irresistible. Yoochun fijó sus ojos en ellos cuando se vio fuera del salón y respiró profundamente el aire que la brisa llevaba hacia su rostro ¿Qué era aquel sentimiento que lo agobiaba y no lo dejaba respirar ¿qué le estaba sucediendo y por qué justamente en aquel noche? Se había propuesto olvidarse de todo en el baile, disfrutar aunque fuese por última vez su estancia en Hogwarts. Y sin embargo…allí estaba, perdido; sin saber cómo descifrar el camino hacia la cordura que parecía haber perdido hace tanto tiempo atrás.

Fue así como lo vio.

No supo si fue el destino, o tal vez fue pura coincidencia; pero sus ojos se levantaron del suelo para ver hacia arriba de la terraza de Hogwarts. La imagen ante sí lo petrificó. Cabellos rojos volaban con el viento y un saco blanco se suspendía con la brisa que la noche le proporcionaba. Junsu Shim bailaba en el borde de la terraza con los ojos cerrados y haciendo ademanes suaves y ligeros, como los de una pluma que se suspendía por gracia divina en el aire.

El corazón de Yoochun había dejado de latir y pudo sentir cómo su aliento se escapaba de su boca mientras imaginaba al pelirrojo caer en cualquier momento. Fue después de varios segundos cuando sus piernas lograron despegarse del suelo y correr en una lucha desesperada por alcanzarlo antes de que algo irreparable sucediera.

Y la música de la orquesta tocaba en todo su esplendor.

---

Junsu imaginaba estar sobre nubes, podía sentir el sol resplandecer sobre su rostro y a todo el mundo bajo sus pies; como pequeños insectos que eran. Sus problemas también habían quedado atrás, muy abajo junto a todo lo terrenal. Ahora él ascendía, pertenecía a un nivel superior y ya era muy tarde...

Demasiado tarde.

Yoochun abrió la puerta de la terraza y quedó estático observando al pelirrojo bailar en puntas sobre el borde del tejado. Sus zapatos descansaban en la parte llana mientras que él se mecía al ritmo de la canción de hadas que tarareaba dulcemente; como un niño inocente jugando en Rondas.

Pero no era un niño inocente,

Y aquello no era un juego.

Los ojos verdes de Yoochun se clavaron en él como dagas.

- Junsu!

La voz del moreno lo detuvo. Sus brazos, aún suspendidos en el aire, bajaron lentamente hasta dejarse caer a los lados de su cuerpo. El viento hacía que su cabello sangre cubriera su rostro mientras él volteaba para mirar de frente a su interlocutor.

Una sonrisa vacía se dibujó en su rostro.

- Yoochun...hola.- dijo con voz amable y juvenil. - Qué haces aquí?

- Junsu, baja de allí.- dijo él caminando lentamente hacia él.

- No te acerques!- gritó él extendiendo sus manos en signo de que no avanzara ni un solo paso más.

Yoochun no obedeció.

Junsu extendió su pie derecho al abismo.

El moreno se quedó estático y retrocedió dos pasos aterrorizado.

El pelirrojo rió ilógicamente.

- Qué pasa Yoochun? A qué le tienes miedo? Solo juego un poco...- dijo él mientras su sonrisa desvanecía para dejar a relucir una expresión fría y vacía...Muerta.

Yoochun tragó saliva mientras que sentía su corazón latir incontrolablemente. No, él no. Ya había perdido demasiado a lo largo de su vida...no podía soportar siquiera la idea de perderlo a él también.

Junsu volvió a cerrar los ojos y levantó los brazos al cielo. Una sonrisa pura se dibujó esta vez en su rostro infantil mientras que se ponía en puntas nuevamente y danzaba, justo como lo había hecho hacía unos momentos atrás.

- Por favor para... suplicó Yoochun sintiendo el dolor terminar con todo lo que le quedaba en su interior.

- Por qué habría de hacerlo? Es muy divertido...deberías intentarlo.- dijo Junsu mientras seguía tarareando la canción y bailando. - Además...aún no me has respondido...

Yoochun sostuvo su cabeza con ambas manos.

- Responder qué!- exclamó mientras sus ojos se humedecían. Ya no lo soportaba más.

Que baje, por favor que baje. suplicaba en sus adentros incansablemente.

Él volvió a parar su danza.

- Te pregunté a qué le tenías miedo!- exclamó él bruscamente. - Es algo difícil de responder para ti no es verdad? Tú, precisamente tú…el más cobarde de todos los hombres.

Junsu arrancó el collar de plata que colgaba de su cuello y lo lanzó al abismo.

- Por favor...- suplicó él en agonía. Y él lo sabía, lo podía ver en su rostro...y lo estaba disfrutando.

- Por favor qué! Ya es hora de que despiertes Yoochun Park!- dijo mientras se sacaba los hermosos zarcillos que colgaban de sus orejas y los lanzaba al viento. - Le temes acaso a los que te rodean? Déjame pensar...ya sé! Le temes a tu propio ser! Porque si es así estamos iguales! He descubierto que mi yo interior puede ser bastante aterrador sabías? - se sacó el anillo de oro y lo dejó caer. - No Yoochun...yo sé a qué es lo que más le temes...a perderme...

Yoochun cayó al suelo de rodillas mientras que el viento hacía que su cabello negro azabache volara tapándole los ojos. Sus manos, ahora transformadas en puños, permanecían en el suelo mientras él trataba de controlar el terror que ahora lo envolvía.

- No lo hagas Junsu…por favor no lo hagas...- suplicó el moreno.

- Sabes Yoochun? No seas tan egocéntrico...no todo lo que pasa en el mundo gira alrededor tuyo.- dijo él fríamente. - Y si quieres que deje de bailar estás demente, este es mi baile de graduación...y voy a hacer lo que me plazca...además...esto ya lo decidí hace mucho tiempo.

Los ojos miel de Junsu se llenaron de lágrimas y éstas no tardaron en caer, haciendo que el rímel negro corriera a lo largo de sus mejillas. Se volteó para mirar el abismo que estaba al otro lado; solo tenía que resbalar...

- Quieres bailar Yoochun? Créeme...es fantástico..

El moreno levantó la mirada y la fijó fijamente en los ojos del pelirrojo.

- Estás loco Junsu...necesitas ayuda...

- No Yoochun...yo no necesito ayuda. Sé muy bien lo que estoy haciendo...pero tal vez sí esté loco como tú dices, todo depende de cuál es tu definición de locura. Pero da igual, no quiero hablar de eso ahora.- dijo pasivamente, mientras el viento empujaba la cola de su saco al vacío. - Alguna vez te has preguntado, qué tan lejos serías capaz de llegar para castigarte a ti mismo?

Yoochun asintió débilmente.

- Yo lo hice antes de venir al baile. Y sabes cuál fue mi respuesta?- continuó él secamente.

Fue entonces cuando el Gryffindoriano se levantó bruscamente del suelo. Sus ojos verdes se fijaron en él y mientras aflojaba su corbata caminó hacia el borde de la terraza.

- Te dije que no te acercaras!- gritó él mientras extendía su pie nuevamente, pero ya era muy tarde. El moreno se había subido y estaba parado en el borde del tejado, a tan solo unos metros de donde él estaba.

Yoochun miró al vacío y sonrió débilmente.

- No sé cuál fue tu respuesta.- dijo él firmemente. - No me interesa tampoco. Solo sé, que si te atreves a lanzarte...yo lo haré tras de ti.

Una sonrisa tétrica se dibujó en el rostro del pelirrojo.

Comenten ^^